Érase un hombre unido a un nombre, José Luis Balbín y La Clave. El Premio Nacional de Televisión en 2015 se enfadó hace unos meses cuando TVE encargó a Javier Ruiz un programa de análisis para la noche de los viernes titulado Las claves del siglo XXI. En verdad ese espacio, cuya última entrega será este viernes, se inspiraba en la marca de aquella seria tertulia enfrentada. Expertos dispuestos a descifrar e intercambiar opinión, con el moderador con pipa entregando preguntas inconformistas y dando paso a la voz del público.

Es decir, un formato de espíritu abierto y democrático, de inspiración francesa, que arrancaba con una película introductoria cuando apenas cinco o seis filmes integraban la corta programación semanal de TVE.

Todo eso, con la censura y las presiones del gobierno para atajar invitados incómodos, hicieron de La Clave un espacio mítico. Un prestigio en sí para el UHF y para TVE que a día de hoy sigue siendo paradigma de televisión de calidad con sencillos y efectivos elementos.

Una de las tertulias de 'La Clave'

Balbín fallecía este miércoles a los 81 años, víctima de una prolongada enfermedad que lo había apartado del todo de los foros.

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— @JoséLuisBalbín (@JLBalbinM) June 22, 2022

La Clave apareció y desaparció de la programación de la Segunda Cadena desde 1976 según los vaivenes de UCD, ocupando toda la noche de los sábados o de los viernes.

Con la irrupción del primer gobierno socialista hace 40 años el director general José María Calviño (padre de la ministra) contaba con Balbín para la necesaria reforma y oxigenación de RTVE. Un encargo del vicepresidente Alfonso Guerra que a su vez suponía un marcaje a contenidos y líneas de opinión. Las buenas intenciones se tropiezan en un paisaje así.

Balbín lidió la permanencia de La Clave pese a memorables entregas como la de los candidatos de 1982. El periodista asturiano se puso en vanguardia de los informativos de TVE y se le encargó en aquella etapa rompedora de la dirección de los llamados 'Programas Especiales', formatos que vinieran a renovar ideológicamente la televisión única. De ahí surgió, por ejemplo, el malogrado Fernando Tola con Si yo fuera presidente y el ambiente buhonero de un joven Joaquín Sabina y Javier Krahe.

El inquieto directivo acabó enfrentado duramente con Guerra y La Clave estaba en el punto de mira pese a grandes entregas ajenas al trajín político como el de las folclóricas, con las míticas frases de Lola Flores ante la mirada asombrada de Vázquez Montalbán. Poco después de aquel programa, en vísperas navideñas de 1985, La Clave era cancelada. Balbín había cambiado el tema La Movida por el enfoque político La Movida nacional, cuestionando lo acertado del primer trienio felipista. El coloquio se realizó sin cámaras en un hotel.

Aquello marcó la marcha de Balbín de la cadena pública y recaló en la Antena 3 Radio de Manuel Martín Ferrand con el nocturno Hora cero, relevando a Jesús Hermida.

Era el cuartel de invierno a la espera de la concesión televisiva. En 1990 La Clave regresaba, en los viernes de Antena 3 Televisión pero sin el impacto ya de cuando sólo había dos canales. Dos años después, con el cambio de accionariado con la entrada de Zeta y el Banesto de Mario Conde, La Clave acabó a medianoche, sin película y sin la repercusión que llegó a tener. Posteriormente el veterano periodista trabajó en la COPE con antiguos compañeros de Antena 3 Radio como José María García y Luis Herrero y a TVE regresaría con un espacio de entrevsitas, Las claves, en 1998, con la llegada a la Moncloa de José María Aznar.

Con el nombre registrado (de ahí su último enfado con TVE) el maratoniano programa llegó a ser una revista. Aún resonó durante lustros su evocación. Para los que quieran reencontrarse con lo que fueron aquellos debates hay más de 60 entregas en RTVE Play. Verán, por ejemplo, a un Adolfo Suárez en su plenitud dialéctica. Fue el político clave para este tesoro de la cadena pública.