En cuanto percibí la actitud de Andreu Buenafuente en el Late Motiv del pasado jueves supe que el programa había sido grabado un día antes (el presentador hizo un guiño al inicio para que lo captáramos) y enseguida reaccioné: aquí hay puente; qué digo puente, hay acueducto del 2 de mayo. Porque el equipo de Late Motiv, en las noches del canal #0, descansó de miércoles a miércoles, sacándose una semana de vacaciones de la manga en el periodo que va entre las de Semana Santa y las de verano.

Me sigue chocando que cuando se ha llegado a tal grado de complicidad con los compañeros, cuando alguien ha logrado eso tan hermoso que es dedicarte a lo que te gusta y que encima te paguen por ello, y que no haya diferencias entre el tiempo del trabajo y el del ocio, porque el trabajo se desarrolla entre amigos, porque el desempeño te realiza como persona, porque si te descuidas "vives" más en el trabajo que fuera de él, puesto que es en ese espacio donde sacas lo mejor de ti (en él puedes encontrar a la madre de tus hijos, a tu compañero de viaje); me sigue chocando, pues, que llegados a este punto alguien se permita hacer puentes y acueductos como los haría cualquier empleado de banca o cualquier funcionario desmotivado.

Al final, la vida se reduce a unas cuantas preposiciones, vivir "por", vivir "para" y vivir "de". Bien combinadas, surge la biografía perfecta. De ahí que me cueste asimilar que quienes han logrado alcanzar la dicha de fundir la vocación, el "por" y "para", con el sustento, el "de", se expresen en los mismos términos que el resto de los mortales, los que trabajan para otros, no para sí.

Comprendo que Joana, la hija de Andreu Buenafuente y Silvia Abril, disipa cualquiera de mis dudas. Y que gozar de ella y de todas las Joanas del equipo justifica un puente y un acueducto y lo que haga falta. Pero lo tenía que decir: vivan las rutinas enriquecedoras.

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