Me mola "cantiduibi"

El monstruo de Sanchezstein existió

  • Las burlas contra el presidente del Gobierno rescatan un memorable y valioso concurso infantil que emitió TVE entre 1977 y 1978

Pepe Carabias como 'El monstruo de Sanchezstein'

Pepe Carabias como 'El monstruo de Sanchezstein' / RTVE

Con tantas críticas contra el presidente Pedro Sánchez ha hecho fortuna un reproche tontorrón, de carácter escolar, cuando le llaman “doctor Sanchezstein”, por lo artificial y contra natura de sus frustrados apoyos que le han conducido a la convocatoria de elecciones. Su tocayo Sanchezstein estaba ahí, entre nosotros, hace 40 años, fruto de la imaginación de Guillermo Summers.

El entonces guionista, que tiempo más tarde formó pareja con Ignacio Salas, había versionado para los jóvenes el llamado El juego de la foca, los sábados por la tarde de mediados de los 70. De aquel encargo creó en 1977 un concurso de carácter más cinéfilo e infantil, con espíritu de La familia Monster (qué gran recuerdo) o de las Historias para no dormir de Chicho, que se ambientaba en las mazmorras donde surgía una criatura tan obediente y tenebrosa como Luis Ricardo, el monstruo de Sanchezstein que daba nombre al juego. En esta etapa los espacios infantiles se sacudían de briznas de censura y los pequeños, estudiantes de EGBacorralados hasta las cejas con los Cuadernos Rubio, eran tratados con complicidad.

Para eso estaba ahí María Luisa Seco, la niñera de la guardería a domicilio que era esa franja vespertina de la TVE más añorada. Tras Con vosotros y Un globo, dos globos, tres globos antes de su prematura muerte aún daría la bienvenida durante un decenio, cada tarde, a tantos niños del despertar democrático, con pan con nocilla.

Tras la pinta del Frankenstein que apenas rebasaba metro y medio del suelo se encontraba Pepe Carabias, ya por entonces curtido actor en espacios infantiles en Prado del Rey y que aún tendría cuerda en años posteriores en Lápiz y papel y como Paco Micro en Dabadabadá (con la infortunada Sonia Martínez, despedida por posar desnuda en Interviú y que cayó en el abismo de la droga);y como Pepe Soplillo, confeccionado por Jim Henson, junto a Verónica Mengod y Torrebruno en El Kiosco.

Todos estos nombres se amontonan para mostrar a día de hoy la vocación por entonces de TVE por atender a la audiencia infantil con originales propuestas de producción propia, a diferencia del trastero de series de animación que son en estos momentos los canales pensados para niños en la TDT.

Cantidubi dubi dubi

Ojo con Sanchezstein. Se merece un respeto de la nostalgia y no se le puede mencionar en vano. El programa de Summers, realizado por Hernández Batalla, que poco después grabaría con Emilio Aragón el Ni en vivo ni en directo aspirante al Emmy, se emitía en blanco y negro cuando ya estaba instalado el color en TVE. Se producía así no por falta de medios, sino para dotar al programa de ese aire gótico de los cuentos de terror, como una película de miedo de mentirijillas, la que montaba la Primera Cadena los lunes por la tarde. Duró entre febrero de 1977 y octubre de 1978, lo que con la vista atrás nos pareció por entonces una eternidad. Un éxito longevo en antena en su momento.

El concurso conducido por María Luisa Seco fue casi precursor en contar con famosos para que ayudaran en las pruebas a los pequeños concursantes. Cantantes, deportistas o actores, sin un reality a mano, acudían con su desparpajo a echar una mano a los participantes, con pruebas de mímica y asuntos así, con lo que se acercaban a la menuda concurrencia.

El creador de la criatura, que manipulaba humeantes tubos de ensayo, estaba encarnado por el actor vallisoletano Pedro Valentín, rostro de las comedias cinematográficas de aquellos años, y que llegó a publicar un disco con Seco, su azafata Amanda en el programa, y Carabias, y se convirtieron en un trío estelar con las canciones del concurso. Entre ellas: la de “cantidubi dubi dubi, cantidubi dubidá”, palabra castiza adaptada a los niños y que era la orden maestra por la que Amanda conseguía que el robotizado Ricardo se le acercara. En la prueba final, donde los niños tenían que interactuar con el monstruo, Carabias les tomaba el pelo porque cumplía sus órdenes al pie de la letra y los desesperaba. Luis Ricardo era lo más parecido a un ordenador hasta que apareció el Spectrum un lustro después.

El monstruo de Sanchezstein, pese al juego fácil de palabras contra el presidente, es un nombre muy honroso de una TVE infantil que confeccionaba programas familiares de calidad y avanzados a su tiempo. No tiene comparación hoy.

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