Toros

Tarde rotunda de Cayetano

  • Cayetano pudo haber paseado cuatro orejas. La segunda del tercero se la negó el palco; las dos del sexto las perdió con la espada. Enrique Ponce cortó una oreja del cuarto. El banderillero ‘Suso’ fue herido de gravedad. Manzanares tuvo el peor lote

LA sexta de abono tuvo nombre propio, el de Cayetano. Cortó dos orejas en el tercero, decisión del palco dejada a un lado y sin considerar que no las pudo pasear porque una única persona así lo determinó. La Malagueta está dominada por un mundo al revés, en el que quien dice defender los intereses de los aficionados, va en contra de ellos, negando triunfos, quebrantando alegrías, cuando la tauromaquia recibe por nombre "fiesta".

Cayetano saludó al tercero de la tarde por verónicas, desde el tercio hasta los medios. El toro, con un punto de mansedumbre, salió suelto del capote y recibió un primer puyazo al relance, otro en el caballo de la puerta y la presidenta obligó a dar un tercero. Comenzaba el desafío palco-torero. Si alguna vez tienen que apostar, háganlo por Cayetano, porque a raza nadie le gana, pero cuando quiere sacar torería también deslumbra, como ocurrió en el inicio de muleta en el tercio por trincherillas, que hizo sonar inmediatamente la música que le acompañó durante toda la faena desde esa primera serie.

Como el toro tendía a abrirse en el muletazo, las series del de Ronda fueron ganando en encaje y profundidad a medida que avanzaban. Fueron adornadas con afarolados y molinetes y rematadas con un final a dos manos. El estoconazo, en buen sitio y certero, hizo que el toro doblara rápidamente. ¿Dónde estaba la falta para la segunda oreja que se le pidió con fuerza? Es una incógnita.

Viendo la exigencia del palco, Cayetano salió a por todas en el sexto. El público lo notó enseguida, desde el recibo por verónicas hasta el centro, el galleo, el extraordinario y vistoso Quite de Ronda, hasta el inicio con la muleta de rodillas, primero con un pase por alto y luego toreando en redondo, en el tercio. Ahí ya los tendidos estaban completamente volcados con al obra del torero, que en cada uno de sus gestos parecía comerse al mundo y se mostraba enrabietado. Aquí ya se venían venir dos orejas difícilmente negables, y Cayetano construyó una labor aprovechando las buenas embestidas del animal, que se desplazó con alegría y movilidad, pero acabó rajándose. La faena ya estaba hecha y solo quedaba rematarla con la espada. Ahí la mala fortuna quiso cobrar protagonismo, puesto que pinchó en buen sitio, pero con ello, se le esfumó el doble premio, que quedó sustituido por una fuerte ovación.

Enrique Ponce, que volvió a La Malagueta tras un año de ausencia, creó una faena de oreja frente al cuarto, un toro con calidad y buena condición, pero al que la falta de fuerza, así como un costalazo en el primer muletazo, le mermó mucho. El valenciano, entonces, se propuso triunfar a base de dar muchos tiempos y espacios, llenar el escenario y muletazos de uno en uno. Se trata de un torero muy querido en Málaga, que aquí siempre ha contado con una conexión especial. Esa faena de clase y composición fue abrochada con un final por poncinas, marca de la casa, que puso al público en pie. No anduvo fino con la espada ni en esta ocasión, que tuvo que emplear el descabello, ni con el que abrió plaza un toro descastado, que no se desplazó y al que le faltó transmisión. Estuvo paciente y acabó metido entre los pitones de un animal serio. Los tendidos se lo valoraron.

José María Manzanares pechó con el peor lote, complicado y con peligro. El segundo fue un toro incierto, que hirió de gravedad en el muslo izquierdo al banderillero Suso cuando lo cerraba en el burladero para el tercio de varas. El alicantino estuvo firme con él y te extrajo tandas, ignorando las complicaciones. Tras la estocada caída se le pidió la oreja que tampoco fue concedida. El quinto tuvo mala idea y echó la cara arriba. Nuevamente lo intentó sin que la labor tomara vuelo.

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