Toros

La ciudad donde se ha combatido más activamente contra la fiesta

  • Por ser una de las ciudades cuna del toreo y constituir la fiesta de toros un espectáculo tradicional en su vida cotidiana, Cádiz ha sido teatro de muchos intentos abolicionistas de la fiesta nacional

1779

El toreo ha sido en Cádiz una importante tradición y por ello en la ciudad se han vivido muchas experiencias en contra de la lidia. No hay que ir hasta Barcelona para encontrar una fuerte historia de oposición a la fiesta y se puede decir que Cádiz ha sido la ciudad taurina más taurófoba del país.

Ya el Fray José Diego de Cádiz, hoy en los altares, predicaba contra la fiesta y nuestro obispo Juan Bautista Cervera se empeñó en 1779 en prohibir las corridas de toros los días de fiesta, también el obispo Antonio de la Plaza. Cayetano de Huarte, racionero de la Catedral que falleció en 1806, compuso una sátira contra las corridas de toros.

En 1780 el gobernador capitán general prohibió para siempre en nuestra ciudad el toro de cuerda que ha sobrevivido, por ejemplo, en Grazalema y José Vargas Ponce, gaditano y académico de la de Historia, fue en el tránsito de los siglos XVIII al XIX documentadísimo activista contra la fiesta.

En 1813 el Ayuntamiento solicitó de la Regencia que se prohibieran las corridas de toros y en las Cortes, en la iglesia de San Felipe Neri, el diputado Simón López instó la suspensión en la península de las corridas de toros de muerte. Precisamente fue un ilustre diputado catalán, Antonio Campmany, quien defendió como "nacionales" las corridas de toros.

No han faltado personalidades gaditanas contrarias a los toros: Francisco Flores Arenas, decano de la Facultad de Medicina o Cecilia Bhol de Faber "Fernán Caballero". Por cierto que casi a la mitad del siglo XIX moría en Cádiz, en su casa de la calle "Del toril", quien prohibió por vez primera los toros en Argentina, nada menos que Bernardino Rivadavia.

En 1875 la pionera Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Cádiz batalló muchísimo contra el toreo, organizando concursos de argumentación en favor de su abolición y a final de siglo, José María Duque o el novelista José Navarrete y Vela Hidalgo polemizaban con argumentos taurófobos. En 1877 la Sociedad Gaditana de Amigos del País solicitó a las Cortes del Reino la abolición-.

Pero lo que acabó con el toreo en Cádiz fue la no menos tradicional desidia e indolencia gaditana. En los años veinte, durante varios años, la plaza de toros de Asdrúbal a medio hacer era ejemplo de esa desidia y menos de cincuenta años después, la indolencia ante su mal estado y posterior derribo, fue palmaria. El alcalde Ramón de Carranza acometió la terminación de la plaza porque decía que, bien visible en la entrada hacia Cádiz, era un monumento a la desidia gaditana. En 1976, por fin, se derribó la plaza y hasta la fecha en una par de ocasiones ha habido festejos en la ciudad con oposición de los antitaurinos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios