Alfonso Ordóñez. Torero

"Mi maestro en banderillas fue Pepote Bienvenida"

  • Hijo de Cayetano Ordóñez ‘Niño de la Palma’ y hermano de cuatro toreros vivió desde su infancia el toreo en una de las principales dinastías

lfonso Ordóñez, durante la entrevista realizada en Diario de Sevilla.

lfonso Ordóñez, durante la entrevista realizada en Diario de Sevilla. / Víctor Rodríguez

Alfonso Ordóñez (Sevilla, 1938), quien cumplirá el próximo 8 de noviembre 81 años, miembro de una de las principales dinastías de toreros de la historia, brilló como banderillero tras un paso fugaz como novillero. Actual asesor en La Maestranza, relata con seriedad y modestia su trayectoria personal en una charla salpicada de anécdotas.

Hijo de Niño de la Palma, sus hermanos, mayores que él: Cayetano, Juan, Antonio y José le anteceden como toreros por lo que el menor juega entre capotes y muletas en una "infancia muy feliz" en la que está abocado a ser torero, "aunque mi padre nunca nos dijo a lo que nos teníamos que dedicar. Es más, a mí me obligaron a estudiar bachiller porque de lo contrario no me dejaban vestirme de torero. Tuve incluso que matricularme en peritaje agrícola hasta que mis padres se convencieron que quería ser torero".

Pronto llegó la presión y el peso de llevar a gala el apellido Ordóñez. "En Dígame pusieron una publicidad con una foto de medio busto y otra toreando rodeadas de la palabra torero y vi cómo me exigían algunos espectadores en la plaza".

"Toreé de 1962 hasta 1993 con 114 matadores, entre ellos mi hermano Antonio, Romero y Fuentes"

Alfonso Ordóñez desvela cómo y cuándo decide hacerse profesional: "Mi padre, como premio, me llevó a la alternativa de mi hermano Antonio –su ídolo–, el 28 de junio de 1951 en Las Ventas. Al terminar, me dijo: ‘¿Qué te ha parecido tu hermano?’ Y le contesto:–’Papá, después de ver a Antonio, voy a ser torero’. Terminó de liarse un cigarrillo, me miró y me dijo:‘–Será que lo vas a intentar ¿no?’. Y cuando llegamos a casa le dice a mi madre: –Consuelo, ‘¿qué crees que ha dicho el niño?’. Y dice mi madre: –Niño, ¿qué le has dicho a tu padre?’ Y yo, que no era tonto, le dije: –Mamá, que voy a intentar ser torero. Y dice mi padre muy tranquilo: –La primera lección".

Su primera actuación en público tuvo lugar en un festival en Colmenar de Oreja, donde actúan los cinco hermanos toreros –caso único–, debuta en 1955 en Pontevedra sin picadores y se estrena con los del castoreño en Tudela en 1956. Alfonso Ordóñez relata que cuando toreó en Madrid: “Salió una novillada y no me entendí. Estuve dos meses en Sanlúcar y Fatigón me ofreció ocho novilladas. Toreé cuatro. Una en Sevillla y no estuve bien. Me sacó un novillo un brazo del sitio. En Utrera toreé la última novillada. Le dije a mi hermano Juan, que me había contado que había estado muy bien: –Esto se ha acabado porque el público se ha quedado igual. Entonces hablé con mi hermano Antonio, que le hacía falta un hombre en el campo y trabajé 18 meses. Hasta que me di cuenta que necesitaba torear y me hice banderillero".

Alfonso Ordóñez, parando un novillo en Aranjuez en 1964. Alfonso Ordóñez, parando un novillo en Aranjuez en 1964.

Alfonso Ordóñez, parando un novillo en Aranjuez en 1964. / Vega

Como banderillero –sus referentes son Pinturas, Faroles y Honrubia–, "toreé desde 1962 hasta 1993 con 114 matadores de toros, 41 novilleros y un rejoneador". Con los que más festejos sumó fueron "mi hermano Antonio, Paquirri, Curro Romero y Fuentes. Me despedí en Mijas".

En banderillas aprendió fundamentalmente de Pepote Bienvenida, uno de los mejores espadas-banderilleros de todos los tiempos. "Mi padre me mandó con él. Allí en el patio que tenían los Bienvenida en General Mola, en Madrid, Pepote me decía: '‘Tú pon las banderillas con habilidad y la fuerza se la dejas al toro’. Así lo hacía. Nunca me ha cogido un toro en banderillas y habré toreado unas cuatro mil reses". Del capote, afirma: "El mejor capotazo es el que no se da. Un día, sin dar ninguno, coloqué un toro atravesando toda la plaza de Sevilla".

En cuanto a los cambios fundamentales de aquella época a nuestros días observa que "ahora el toro es más bravo, pero tiene menos fuerza. Ahora los toros están casi estabulados. Antes tenían más espacio y que caminar mucho para ir a comer".

Sobre el futuro de La Fiesta aventura: "No se acaba. En la biografía de Belmonte, de Chaves Nogales, se apunta que acabará. Pero siempre que haya un toro, habrá emoción".

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