Toros

El temple del toreo como elevación del alma

  • Urdiales y Zumbiehl profundizan en las entrañas de la tauromaquia

Diego Urdiales y François Zumbiehl se saludan antes de su 'Mano a mano' en Cajasol.

Diego Urdiales y François Zumbiehl se saludan antes de su 'Mano a mano' en Cajasol. / Juan Carlos Muñoz

Brillante Mano a Mano en la Fundación Cajasol entre el torero riojano Diego Urdiales y el antropólo francés François Zumbiehl, con un nuevo lleno y la moderación de José Enrique Moreno bajo el epígrafe El toro y la antropología. Ambos personajes mantuvieron un diálogo intenso sobre tauromaquia, interrumpido en varias ocasiones con ovaciones, tratando desde el temple en el toreo hasta el viciado sistema del negocio taurino, pasando por el animalismo radical imperante. Todo ello con dos invitados de excepción:el desaparecido maestro Pepe Luis Vázquez, al que rememoró en varias ocasiones Zumbiehl y Curro Romero, presente en el auditorio junto a su esposa Carmen Tello y con el que Urdiales se fundió en una simbiosis para desentrañar su concepto del toreo y agradecerle al final del encuentro que “una leyenda viva del toreo” destacara el suyo en una entrevista, lo que “supuso un antes y un después en mi carrera”.

Uno de los capítulos más hermosos del coloquio se alcanzó cuando Urdiales explicó que “cuando se torea con el alma, el temple se encuentra en otra dimensión” y que esos instantes desaparecen de la vista, pero “permanecen en el alma”, en alusión al toreo de Curro. Y más tarde sentenció:“Si no sientes el temple, no sientes nada”.

Zumbiehl señaló que el temple es una lucha contra el tiempo y que como lo definía Antonio Bienvenida, “a cada pase siento que se me está muriendo la faena” y halagó la naturalidad en el toreo de Urdiales, una naturalidad de la que dijo que Pepe Luis definía como “transparencia del alma”.

Urdiales, sobre la expresión artística de su toreo, tan identificable con esta tierra, observó que cuando comenzó a ser torero su maestro fue un sevillano, Rafael Guerrero, un currista de pro que “me metió el toreo en las venas” y que lo más difícil es “dominar al toro y conducirlo con naturalidad”; aseverando Zumbiehl, desde el punto de vista antropológico, que le sorprendía cómo un hombre podía como ser racional crear arte ante un animal y que la respuesta podía estar en lo que una vez escuchó a El Faraón de Camas, que lo calificaba como “misterio” a lo que el riojano añadió que parece mentira que “un hombre, a través de una tela sea capaz de dominarla y crear ese misterio, ese temple y esa magia que va más allá de lo entendible”. Ambos protagonistas caminaron por la fuerza que tiene la sorpresa en este arte efímero para prender la llama de la pasión en el público.

Urdiales, para alcanzar esas cotas en plazas como Bilbao y Madrid –donde el año pasado realizó sendas faenas históricas–, sin apenas haber toreado antes, aseguró que para superarlo “por encima de todo está el toreo y lo demás es secundario” y hay que transmitir esa confianza interior e ilusión “porque como dice mi apoderado –Luis Miguel Villalpando, en la sala–, “cuando muere la ilusión nace el miedo”.

Zumbiehl profundizó y fue muy aplaudido cuando dijo que “el mundillo taurino tiene muchos defectos” y es todo muy previsible en un sistema en el que empresarios ejercen de apoderados y se dan los carteles con mucha antelación y que todo esto se cuenta poco en los medios de comunicación. El torero apuntó a que el año pasado toreó media docena de corridas y que sus éxitos no han tenido una respuesta en correspondencia a los mismos “¿Por qué no te responden?” preguntó Moreno; a lo que el diestro, sin ir más allá, contestó: “Tú eres periodista”.

En cuanto al animalismo, el antropólogo explicó que es un movimiento “fundamentalista” que quiere acabar con “las raíces humanistas” de nuestra civilización y puso como ejemplo que en una escuesta de un profesor en Oviedo sobre la muerte del toro y del torero, el 66 por ciento de los alumnos se decantaban por la muerte del ser humano. Para contrarrestar este animalismo acérrimo, Zumbiehl aludió a que se debe emplear como armas “la educación, la defensa del patrimonio cultural y la defensa de nuestras libertades”. Y Urdiales añadió un cuarto punto, “que desde dentro se mantenga la esencia del toreo”.

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