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La unidad B no da la talla (1-0)

  • Posesión estéril de un equipo desquiciantemente horizontal ante la verticalidad del Cádiz. Pésima salida de balón. Barral decide

Preocupante lo observado ayer durante la primera mitad en el Ramón de Carranza, maquillado en buena medida con una segunda parte más entonada de los almerienses gracias, sin duda, al repliegue descarado de líneas efectuado por los de Álvaro Cervera en busca de poner la puntilla con un contragolpe letal al solitario tanto de Barral que desde el minuto 22 los había puesto merecidamente en ventaja.

Bien sea por la ingente cantidad de caras nuevas en el once, bien por la falta de acomplamiento o simplemente porque no fue su tarde, lo cierto es que la llamada unidad B no dio la talla en el coliseo gaditano, donde se vio a un Almería muy verde en varios conceptos futbolísticos básicos, lastrado por una pésima salida de balón y por una estéril posesión del esférico, concentrada en campo propio, no más allá de la línea de 30 metros.

El resultado fue un equipo plano y horizontal, exasperante por momentos, incapaz de pisar campo rival con asiduidad, dando como resultado todo ello que Caballero fue un espectador más de la contienda, sin apenas incidencia en el juego al verse desnutrido de balones.

En la banda zurda pudo comprobarse que el chino Lin no está para disputar partidos profesionales y que Estupiñán mejor considerarlo como extremo, pues sus dotes defensivas como lateral dejan mucho que desear y Moha Traoré fue un dolor de muelas durante todo el partido para el ecuatoriano con su incontestable potencial físico y desborde.

A todo ello hay que añadir el decepcionante estreno de Owona, vendido como central serio y expeditivo en su presentación y que en Cádiz no fue ni una cosa ni la otra. En ese mar de dudas solo brilló la veteranía de Verza en la zona ancha.

El Cádiz, mucho más vertical y renunciando motu proprio al balón, no tardó en oler la sangre y tras varias acometidas rozando el gol fue Barral quien hizo el 1-0 en el ecuador del primer tiempo rematando dentro del área con sorprendente comodidad un pase atrás de Moha, que previamente había desbordado a Estupiñán por su costado.

Apenas un disparo a puerta alto de Hicham tras recoger un despeje en un córner contabilizó como ocasión el Almería en esos primeros 45 minutos. Como quiera que no había forma de hacerlo peor, los de Ramis mejoraron en el segundo acto, a lo que ayudó sobremanera el paso atrás amarillo en busca de sentenciar en una transición rápida.

Las entradas de Nauzet y Alcaraz aportaron mayor poso y mejor asociación, pero sin apenas llegada ni finalización. Tanto es así que el Almería solo inquietó con un buen centro de Estupiñán (el sudamericano se gusta más atacando que defendiendo) al segundo palo cabeceado fuera por Álamo y un disparo lejano de Tino Costa desde 30 metros que obligó a Yáñez a emplearse.

El mensaje es aterrador porque a día de hoy, 6 de septiembre, y enfilando ya la cuarta jornada liguera frente al Lorca, solo se atisban 14/15 futbolistas válidos y capaces para sacar las castañas del fuego en una plantilla de veintidós muy mermada en su arranque competitivo por la baja forma en la que llegaron algunos de los fichajes y las lesiones padecidas por otros.

Ramis tiene una patata caliente entre las manos y merece un voto de confianza porque si ya demostró sus capacidades en una situación infinitamente peor, lo lógico es que más pronto que tarde acabe sacándole punta a este plantel. Lo malo es que partidos como el de Cádiz dejan muy fría a una afición castigada que se pone a la defensiva ante el menor patinazo temiéndose lo peor.

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