LaLiga 1/2/3

Podrido y con gusanos (1-0)

  • Una primera parte sin ton ni son, con un equipo vagamente trabajado con el nuevo (y con el viejo) sistema, deja claro que el ciclo está caduco

  • Mantener esto son ganas de rascar sobre la sarna

Las imágenes del Tenerife-Almería

Las imágenes del Tenerife-Almería

En un deporte que vive de los tópicos como pocos, el fútbol, uno no entiende cómo el presidente no saca de la cesta las piezas de fruta podridas. Bien en clase bien en casa de la abuela, todos hemos escuchado aquello de que una manzana podrida echa a parte a las demás. El frutero rojiblanco, de plástico malo de los chinos, está lleno de gusanos, tiene la base manchada de líquido putrefacto, que por mucho que se lave, seguirá pegajoso y maloliente. Mejor es tirarlo a la basura y comprarse uno nuevo de mimbre, que permita pasar el aire y así mantener más tiempo en buen estado lo que en su interior albergue.

Nadie tiene fe en este equipo, la gente está cansada de hacerse ilusiones cada dos fines de semana y después estrellarse con la triste realidad de un conjunto mal trabajado y que hace méritos para ganarse la animadversión de quienes le apoyan. Lo mejor de cada encuentro del Almería son las redes sociales, antes críticas, ahora irónicas. Aficionados de toda la vida han pasado del enfado al cachondeo, de terminar muy dolidos por las derrotas, a tomarse a coña que un club otrora serio y muy respetado en todos los campos de España, esté en esta situación por el empecinamiento de su presidente de amor eterno sobre Fernando Soriano.

Siguiendo con los tópicos, está claro que sarna con gusto, no pica. El problema es cuando esa enfermedad se contagia a los demás. Aunque no sea la afición más multitudinaria de la faz de la tierra, la rojiblanca está muy herida por el bochorno constante al que se ve sometida cada fin de semana. En el deporte está claro que se puede ganar o perder. Incluso se puede perder siempre, como hace el Almería cuando juega fuera. El problema del fútbol es que se trata de un sentimiento y cuando éste hiere, se aparta para que no haga daño. Va camino el club de quedarse cada vez más solo, puesto que en las propias redes sociales más de uno apuntó que sus deseos son que Francisco y el UCAM acaben de una vez por todas con esta milonga.

Ya que sale a colación el nombre del técnico almeriense, que tiene a su equipo por encima del rojiblanco, como otros veinte en la categoría, con él se tuvo mucha menos paciencia y eso que la situación en la tabla era algo mejor en Primera y el equipo sabía a qué jugaba, pese a que esa plantilla era para verla con Teerasil y Thievy de estrellas. Posiblemente este Almería juega domicilio contra aquel y le gana, ahí es nada. Superado por los acontecimiento, Francisco intentó rasear el balón y presentó un equipo de jugones en una tarde lluviosa en Éibar, algo que no es capaz de hacer ni el Barcelona. Fue una solución de urgencias, ya no sabía qué hacer, el equipo se le había ido de las manos. Una chapuza parecida a la que planteó ayer Soriano en Tenerife, de buenas a primeras sale con una defensa de cinco y fue algo totalmente calamitoso.

No es que este equipo esté poco trabajado, aunque eche jornadas de 20 horas diarias, las cosas no van cambiar. El problema es que no es un trabajo de calidad, nadie da con la tecla ni nadie sabe explicar lo que ocurre, porque se hace lo que se entrena, pero el día a día actual no es el que necesita un equipo perdido en lo táctico y hundido en lo psicológico. Está claro que al Tenerife ahora le sale todo, cuando uno está arriba, las asistencias se dan hasta con el tacón, como iba a iniciarse la jugada de tiralíneas, que acabaría en el gol de Cámara, un lateral que se encontraba más solo que la una en el puesto de delantero centro. Uno veía al equipo chicharrero, con los automatismo claros, presionando todos a la vez, con una ocupación racional de los espacios y con unas jugadas de estrategia simples, pero eficaces, y siente envidia sana. El Almería no domina nada de eso, nada. Absolutamente nada. Por eso, la decisión de Alfonso García de ratificar a Soriano es poner una tirita sobre un corte en una arteria, la sangre va a salir a borbotones y otra semana más es tiempo vital para cortar la hemorragia.

Confiar en la supuesta reacción de la segunda parte es autoengañarse. La mejora se debe a que era imposible hacerlo peor, aunque si el Almería se pone, lo consigue, y a que Fidel salía fresco. En cuanto el Tenerife se hizo con las marcas, los rojiblancos se quedaron en un remate de Quique en el primer palo y un chut desde la frontal y con el cuerpo mal posicionado de Pozo. Eso fue todo, así no hay manera de triunfar en el fútbol profesional y menos en una categoría tan perra como la Segunda. Si al presidente y al entrenador les vale con esto, la crónica de la semana que viene poco diferirá de ésta.

 

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