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La calle Granada de la capital es desde hace unos días un poco menos dulce

  • La panadería Croipán cierra sus puertas tras 22 años y deja a esta zona sin este servicio

Juani López en la panadería Croipán antes del cierre Juani López en la panadería Croipán antes del cierre

Juani López en la panadería Croipán antes del cierre

Son duros tiempos para las pequeñas empresas familiares y más concretamente para las panaderías. Una de ellas, Croipán, cerró el pasado 30 de junio. No era una más, era la última panadería que quedaba en pie en la calle Granada. Una tienda que se encargaba de vender pan de la provincia (Huércal de Almería), de Granada (Alfacar) y chapatas, entre otros tipos de barras. Pero el negocio era más amplio. Te podías encontrar desde palmeras y napolitanas hasta periódicos y revistas. El establecimiento estaba cimentado en tres productos estrellas: pan rústico, gofres de chocolate y pequeñas pizzas, pero el deber de diversificar los productos para ampliar la clientela eran obvios si se quería mantener el negocio.

Claro que la convivencia con los supermercados Día y Euromanía, que estaban al lado de esta tienda le hacían una competencia feroz en la propia calle y eso unido a un supermercado que recientemente se había incorporado en esa zona junto a varias panaderías de la calle Joaquín Peralta había hecho que estuviera al borde de cerrar este período. Y es que han pasado 22 años desde que Juani López abrió la panadería, en la que años más tarde se incorporó Jose Torres, su marido.

Han compartido los años más duros de la crisis llevando lo que para ellos era su sueño, sacar el pequeño negocio familiar adelante, que no es poco. “Al tener mucho trabajo, apenas veo telediarios y me entero de casi todo lo que pasa por aquí”explica Juani.

Su simpatía hacia los clientes les hacía entablar largas conversaciones con gente de la zona, de las cuales se enteraban de sucesos cercanos. Y es que las muchas horas que echaban en la tienda las recuperaban con cercanía y una buena sintonía en el barrio.

Juani, de 58 años y Jose, de 57, dejan la panadería que tanto esmero le han dedicado en estas dos décadas. Han dejado atrás una panadería de barrio y ahora planean su jubilación, aunque ellos querían seguir trabajando más años pero las continuas subidas del alquiler y la más que probable venta del local por parte del dueño han hecho que la tienda sea su último trabajo. Un trabajo mal remunerado debido a las muchas horas que hay que estar para poder hacer un buen pan, un dulce, un gofre de chocolate o una mini pizza, pero el premio de tener productos de calidad durante más de 20 años en Almería capital y el ser reconocidos en el barrio les vale para irse por la puerta grande de la calle Granada.

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