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DEP, Diego Miguel García

  • Diego era, en eso del deporte, como la wikipedia de Almería, sabía mucho y analizaba casi todo

DEP, Diego Miguel García.

DEP, Diego Miguel García.

Un día que salía de los Servicios Centrales de Cajamar me encontré a Diego. Estaba apoyado en el murete de los jardincillos del edificio, buscando la sombra, y con sus inseparables gafas de sol perfectamente colocadas. “Bretones –porque a mí siempre me ha llamado por el apellido- estoy esperando a Anita que ha ido al Mercadona a comprar una cosilla; yo prefiero estar aquí y ya nos vamos para la casa”. Fue la última vez que le vi; me dijo que estaba malillo y que se entretenía con el Facebook, pero donde acentuó su tono de voz fue al mencionar lo bien que jugaba el Almería y que Fran Fernández le recordaba a no sé qué entrenador que tuvo la Agrupación Deportiva a finales de los setenta.

Diego era, en eso del deporte, como la Wikipedia de Almería. Sabía mucho y analizaba casi todo, siempre con el periodismo por bandera y la defensa a ultranza de su tierra. Tenía el carácter en proteger a lo almeriense e imprimía emoción con todo lo suyo. Si no, que se lo digan a José María “Supergarcía” con el que mantuvo en directo una sonada trifulca verbal a cuento de los penalties no pitados en un partido contra la Real Sociedad. Casi le cuesta el trabajo. O qué decir de la “inocentada” que le gastó al que era presidente de la Federación de Fútbol, Pablo Porta, incluyendo su nombre dentro del diseño de una esquela. Todo, por haber dañado a Almería propiciando la desaparición del equipo de fútbol.

Diego era un hombre entregado a la radio, a la conexión en directo; pero también a la prensa escrita. Yo lo conocí en 1982, cuando aceptó el reto de dirigir la sección de deportes en un periódico que –rompiendo moldes tradicionales- iba a salir los lunes. Lo hizo fenomenal y, en poco tiempo, sus páginas ya eran una referencia. Recuerdo perfectamente las largas horas de madrugada en la redacción de La Crónica, escribiendo con entusiasmo reseñas de partidos de regional preferente para que salieran en la edición del día siguiente o haciendo a mano y con calculadora las clasificaciones de tercera división. Ahora pulsas un botón y la pantalla te vomita todo hecho, pero en los ochenta había que ir equipo por equipo, sumar el resultado y ordenarlos en la máquina de escribir; uno a uno. En aquellas prolongadas madrugadas de los lunes deportivos, Diego y sus jóvenes discípulos inyectaban en la redacción un ambiente distinto, casi decimonónico, con fotos en blanco y negro que olían a fijador y folios y folios teclados con el impulso del periodismo de raza. Aquellas horas nocturnas eran las mágicas de Diego García como “sheriff” del deporte; allí, sentado, con el cigarro encendido y apoyado en su Olivetti gris distribuía el trabajo como un experto centrocampista. Y bien que se notaba al día siguiente en las ventas. Mucho le deben a Diego gentes que ahora escriben, todavía por ahí, aupados en el caballo del narcisismo.

Pero el fútbol no era su única especialidad. La tauromaquia, el boxeo, el ciclismo, el atletismo… y la política. Lo mismo conversaba con Mariví Romero sobre la última faena memorable en “Las Ventas” que llamaba a su amigo, el alcalde Santi, para comentarle una idea que había tenido en bien de la ciudad.

Diego vivió de lleno el final del franquismo, la transición, El Caso Almería, o las primeras elecciones democráticas. Fundó en la provincia el partido Reforma Social Española por indicaciones de Manuel Cantarero del Castillo, y, comprometido con su vecindad, efectuó donaciones de libros para crear la biblioteca de la recién creada AA.VV. de Nueva Andalucía.

Diego García Morel ha muerto con 76 años, pero los archivos sonoros y las hemerotecas conservarán su dilatada vida profesional, su trayectoria vital y, con ambas, un recuadro bien hermoso de la historia de Almería. DEP, compañero.

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