Francisco González Parrón (Capellán del Hospital Torrecárdenas)

“En Torrecárdenas he oficiado bodas entre sanitarios y bautizos”

  • De vocación tardía, se ordenó sacerdote con 35 años

  • Ha sido párroco de Serón, Alcóntar, Hijate, Almócita, Beires, Padules, Ohanes y San Agustín, ya en Almería

Francisco contempla al Cristo del Escucha en su capilla en el interior de la Catedral.

Francisco contempla al Cristo del Escucha en su capilla en el interior de la Catedral. / Javier Alonso

Nos llegó a Costacabana en plena pandemia cuando casi nadie se atrevía a salir y a misa íbamos 20 personas. Pronto descubrimos en él una persona amable, humilde, sencillo, cercano y con su eterna sonrisa nos ganó a los vecinos de la barriada veraniega, Cuando me enteré que fue capellán de Cruz Roja y es de Torrecárdenas, lo fiché para entrevistarlo.

–Pues te ha llegado la hora... de la entrevista, claro.

–¡Ja, ja, ja! La otra espero que tarde mucho en llegarme. Sólo tengo 50 años y estoy muy a gusto aquí vivito y coleando.

–Empecemos la casa por el tejado por una vez: capellán de Torrecárdenas. Suena duro.

–Es muy distinto a cualquier otro destino en una parroquia de un pueblo o ciudad. El Obispo me nombró capellán del hospital en 2012 y, con un intervalo de baja que tuve por ansiedad, he permanecido allí hasta hoy. Allí se vive un cristianismo más auténtico, dirigido a personas que ven cerca su final o que han sufrido alguna enfermedad o accidente grave y parece que necesitan acercarse más a Dios.

–Te toca ir de habitación en habitación viendo de todo.

–Pues sí, se ven cosas muy duras. Pero siempre te queda la satisfacción de ayudar a personas que lo pasan muy mal. Mira, hay gente que está ingresada en muy mal estado y se reencuentra con su familia, que va a visitarlo tras años de alejamiento. Son momentos especiales y a veces nos toca hacer de intermediarios entre el enfermo y su familia que no se enteraría de nada si no le hiciera una llamada telefónica. Y la reconciliación es ya de por vida.

"Hay gente que está ingresada en muy mal estado y se reencuentra con su familia tras años de alejamiento”

–Más de un enfermo te preguntará por qué la bondad de Dios permite que esté así...

–Claro, y es muy difícil responderle. “La vida no la planificamos los seres humanos sino Dios y sus designios son inescrutables. Dios aprieta pero no ahoga”, les vengo a decir a quienes quieren escucharme... que son muchos.

–Vamos a quitarle dramatismo a tu labor. Me consta que eres allí casamentero.

–¡Ja, ja, ja! Pues sí, mas de una boda he celebrado entre sanitarios e incluso he bautizado niños. No todos los enfermos que iban a la Cruz Roja o a Torrecárdenas son terminales. También van las parturientas, por ejemplo, que alumbran una nueva vida; y allí está el capellán para bautizarlo.

El capellán, en el claustro de la Catedral El capellán, en el claustro de la Catedral

El capellán, en el claustro de la Catedral / Javier Alonso

–Pero tu periplo sacerdotal había sido largo hasta llegar allí.

–No demasiado porque mi vocación fue tardía. Mi infancia la pasé por la zona de los Franciscanos jugando con otros niños en la calle: Paco, Juan, David, Violeta, Mª Jesús... Estudié Informática, trabajé y me fui a Murcia a acabar Ingeniería. Allí iba a la parroquia de los Capuchinos y por ellos me fui a Roma y a un Seminario en ¡Australia! Allí se decía: ‘Roma coge muy lejos’ y se veía el catolicismo de forma muy distinta, con pocos actos externos como procesiones, y más interiorización.

–Y regresas a Almería.

–Fue en 2003 y tres años después tomé la orden sacerdotal, el 28 de octubre de 2006. Me destinaron a las parroquias de Serón, Alcóntar e Hijate, pueblos muy tradicionales en los que, eso sí, nunca me faltaban jamones y embutidos de la matanza. Reconstruimos la ermita de los Remedios e hicimos un salón parroquial.

"He sido párroco en pueblos del Almanzora, más tradicionales, y del Andarax, más jóvenes y participativos”

–Del Almanzora, al Andarax.

–Es que me trasladaron de párroco de Beires, Almócita, Padules y Ohanes. Son pueblos también pequeños pero, por su cercanía a la capital, son más participativos y hay más juventud. Recuerdo la banda de música que llamaban PAO por las iniciales de los pueblos y la procesión del Resucitaíllo, con un Niño Jesús.

–En estas, te mandan a EE.UU.

–Sí, a constatar un posible milagro del huercalense cura Valera, que curó a un niño cuyo médico, español, daba por desahuciado.

–Oye, nos quedan tres renglones...

–Los aprovecho para agradecer al cura José Amat, a las monjas de la Caridad y a los Franciscanos.

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