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La dura lacra de la perfección

  • La obra ‘Las dependientas’ lanzó un mensaje crítico a la necesidad que existe en esta sociedad de no parar nunca y siempre ir a más

La dura lacra de la perfección.

La dura lacra de la perfección. / Javier Alonso.

Una mirada crítica ante la exigencia de una sociedad que siempre pretende que el individuo sea imparable y que no pueda fallar. Teatro a Pelo y La Ejecutora representaron la obra Las dependientas con Beatriz Arjona, Verónica Morales, Tatiana Sánchez Garland y Celia Vioque como protagonistas.

Un escenario lleno de lencería femenina, principalmente bragas, sirvió para poner en el contexto al público en las distintas historias de las protagonistas. Todas tenían en común que trabajaban en un establecimiento de venta de este tipo de artículo.

Esta obra, dirigida por Fran Pérez Román, se dividió en distintas partes que se iban señalando en una proyección que se encontraba sobre el escenario. Las dependientes representan a cualquier mujer u hombre que se ve atrapado por un día a día que a veces no deja ver más allá que su quehacer diario.

Las actrices hicieron un gran esfuerzo físico e interpretativo. Las actrices hicieron un gran esfuerzo físico e interpretativo.

Las actrices hicieron un gran esfuerzo físico e interpretativo. / Javier Alonso.

Sus traumas, sus problemas y sus anécdotas se fueron sucediendo en una obra que requería por parte de las actrices un gran esfuerzo físico e interpretativo. No pueden parar de trabajar, ni de sonreír, ni de ser las mejores uno en cada una de las facetas de su vida. Pero les gusta ser dependientas. En esta frase que repitieron de forma recurrente denota un conformismo con el exceso y el no parar nunca.

Cuatro mujeres y cuatro personalidades que se definían muy claramente en la historia. La muerte, la resistencia, el encierro... son algunas de las etapas de esta representación que enganchaba más conforme se desarrollaba la obra. Anécdotas de probador y situaciones inverosímiles provocaron las risas en el público, pero no era una comedia, sino un drama, y era trepidante. Un ritmo incesante que llenaba de tensión al espectador combinándolo con algunos momentos de silencio. Y mucha expectación. Conseguían que el silencio en el Teatro Municipal fuera totalmente mudo.

También se hizo una crítica ácida a esas personas que luchan más por unas bragas baratas que por el pan de sus hijos. No faltó una referencia a las prohibiciones. Prohibido comer, beber e incluso morirse. “En el contrato tiene que venir que está prohibido morirte porque está prohibido todo”, explicaron en la obra. El sacrificio, ese valor que en este mundo actual está definido como que “tienes que estar muy delgada, maquillada como una puerta, parecer natural, te tienen que dar likes, ser la mejor amante, la mejor madre, dar el pecho, desarrollarte intelectualmente, saber cuál es la última película que ha ganado en Cannes, practicar yoga, hacer twerking... Prohibido rendirse”, enumeraron en la representación.

Se despojaron de prejuicios, estereotipos y obligaciones y se quitaron la ropa para “parar juntas”. Despejaron toda ese escenario de ropa interior para simbolizar una nueva etapa. Un momento en el que se rompía con todo lo anterior para comenzar de nuevo. El público se rindió a Las dependientas y no dudó en aplaudir y levantarse de sus butacas para mostrar su satisfacción con esta obra. 

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