Consejos para conversar

Cómo ser los reyes de la comunicación en verano

  • Las vacaciones propician que las conversaciones aumenten y surjan conflictos si no se afrontan de forma asertiva y positiva

Las formas negativas o la imposición de la propia opinión propician conflictos en las conversaciones.

Las formas negativas o la imposición de la propia opinión propician conflictos en las conversaciones. / M. G.

La comunicación familiar y de pareja aumenta en vacaciones y no siempre resulta efectiva, asertiva y conciliadora. A menudo, la escasa formación en esta materia determina el tipo de relaciones y, en numerosas ocasiones, las traumáticas rupturas suelen producirse a la vuelta de las vacaciones de verano en mayor medida, según datos del INE. Mercedes Pescador, autora de Comunicación en cuatro pasos (LoQueNoExiste), y creadora del método Sin Vergüenza ofrece una serie de consejos prácticos para evitar tensiones y pasar unas vacaciones tranquilas y en buena sintonía.

Comunicación no verbal

Pescador recomienda practicar la escucha activa usando la fuerza del lenguaje no verbal. Ésta debe sustentarse en tres pilares: atender, acompañar, estar presente con el cuerpo, la mirada y la sonrisa. A menudo, se está presente con el cuerpo pero la mirada y la atención están ausentes. Se oye, pero no se escucha. Los ojos constituyen la principal guía de atención e interés del ser humano. En la comunicación hay que escuchar lo que el otro dice con las palabras, la mirada, sus gestos, mantener la postura del cuerpo abierto y los brazos en posición de comunicación.

Eliminar aquello que hace daño

Es frecuente que haya personas que prefieran hablar y no practican la escucha. Otras, que hablan poco, acaban aisladas en su propio silencio y generan una barrera de comunicación que provoca aislamiento. Por eso, se recomienda que para generar conversación se busque mantener un equilibrio en el mensaje. También es importante cuidar las palabras, eliminando aquellas que producen daños. Hay que entender que lo que decimos a la otra persona no es más que nuestro propio juicio y, a menudo, la otra persona actúa como espejo. “Si te insulto me estoy insultando a mí misma”, asegura Pescador. En ese sentido, es recomendable desterrar mensajes que hagan referencia a errores pasados. Hay que olvidar el pretérito perfecto simple -tú dijiste, él dijo, ella dijo- y las palabras con las que suele empezar un reproche. Usar el presente, el gerundio y el futuro es mucho más asertivo. Cambia el reproche por la petición y todo irá mejor.

Comunicación positiva

Además, resulta muy positivo eliminar los noes para emplear un lenguaje positivo e inclusivo.Prestar atención a la otra persona sólo es posible a través de la comunicación y el lenguaje. El lenguaje corporal y no verbal aportan el 55% de la información del mensaje mediante gestos, posturas corporales, el movimiento de los ojos o la respiración. A la voz se le atribuye el 38% de la información del mensaje con factores como la entonación, la proyección de la voz, la resonancia, dicción o tono. Sólo el 7% del mensaje se le otorga a las palabras.

Ante todo, prudencia

Es recomendable escribir los objetivos personales, el tipo de comunicación que se desea entablar y comentarlo para entender a las personas y las emociones que nos llevan a la comunicación. Así se logra descubir si hay tristeza, rabia, alegría, sorpresa o enfado en los mensajes. Ser prudente ante las situaciones de máximo deterioro en la comunicación determina si, después de los esfuerzos, los resultados de la comunicación son efectivos. En algunas ocasiones, conviene tener una comunicación cero, ya que el nivel de deterioro al que se ha llegado impide un acercamiento y se requiere reflexión, silencio y espacio.

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