La firma de calzado Pilar Burgos dice adiós

Pilar Burgos cerrará todas sus tiendas por jubilación

Pilar Burgos cerrará todas sus tiendas por jubilación

Pilar Burgos cerrará todas sus tiendas por jubilación

Pilar Burgos cierra por jubilación. La cadena sevillana de zapatería pondrá fin al negocio antes del próximo jueves en los seis locales que aún mantiene abiertos en varios puntos del país. Será una clausura gradual. El último día del establecimiento situado en la esquina de Sierpes con la plaza de la Campana, en la capital Hispalense, será hoy. Le seguirán los otros tres locales que tiene la firma en la ciudad: Avenida de la Constitución, Tetuán y Luis Montoto. Los planes de la empresa pasan por cerrar también antes de mitad de mes los locales de Málaga y Madrid.

No sólo cerrarán sus locales. La firma desaparecerá por el retiro del mundo laboral de su propietaria, Pilar Burgos, tras más de 61 años trabajando. Hace una década, la cadena facturó doce millones de euros, y contaba con quince tiendas de zapatos y complementos en España y ocho en México. Sacó más de 300 modelos distintos y seis colecciones. Eran más de cien los trabajadores, un 95% mujeres con empleo indefinido. Hoy en día quedan poco más de veinte repartidos en las seis tiendas.

Desde principios de este año, sus escaparates vienen ofreciendo zapatos a precio de saldo. El calzado de mujer se puede adquirir desde cinco euros. El precio máximo llega en la tienda de La Campana a los veinte. Será la primera en cerrar porque apenas dispone de pares de zapatos. "Me he comprado todos los zapatos que me gustaban y quedaban con mi número", señala Antonia Romero, una mujer que lamenta el cierre después de muchos años comprando sus artículos.

Pilar Burgos empezó a trabajar a los 14 años con su madre en Calzados Catedral, una zapatería familiar. Fundó su empresa con trescientas mil pesetas que pidió prestadas y durante tres años vendió zapatos al por menor en un local de Triana. Se ocupaba de los pedidos, el escaparatismo, la administración de la tienda y el control económico. Con su primer diseño propio, en 1976, superó cualquier expectativa de venta y le abrió el camino del éxito: la alpargata Gilda. Una pala cerrada en loca con cinta de atar al tobillo.

La fama le llegó cuando, tras años de crecimiento prudente y solido en Andalucía, esta sevillana decidió salir a competir con sus zapatos en otras esquinas del ruedo ibérico. Tuvo zapaterías en las zonas más comerciales de Madrid, Barcelona, Lisboa, Cádiz o Málaga.

Artículo publicado por Manuel Ruesga en Diario de Sevilla

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