Garfield: la película

Gato encerrado

Garfield: la película.

Garfield: la película.

Seguimos sin demasiada suerte en nuestro nuevo hábito de acompañar a la niña al cine de animación en cartelera, todo sea por que le vaya cogiendo afición al ritual y también, a qué negarlo, para pegarnos luego una merendola de rechupete como colofón a la tarde en el centro comercial.  

Después del plomo sombrío de Guardiana de dragones, tocaba la nueva versión animada de las aventuras del gato Garfield, salido de las tiras cómicas creadas por Jim Davis en 1978, inflado ahora en imagen digital tridimensional baratita y bastante domesticado en lo que respecta al carácter gamberro, glotón y perezoso del original.

Ya el hecho de haber elegido al ahora familiar Santiago Segura como la voz española del gato nos da las claves apaciguadoras, correctas y transversales de una aventura de reencuentro paterno-filial, asalto a la granja y repliegue de convivencia que apenas brilla un poco cuando Mark Dindal (El emperador y sus locuras) se pone en mandil de artesano que se ha visto los viejos cartoons de la Warner y su slapstick visual elástico y alocado. 

El resto es mucho ruido (para el adulto) y pocas nueces (para el infante): situaciones sin apenas punch cómico, personajes poco atractivos, dilatación innecesaria y cansina música de acción para suturar el muermazo. No ha tenido mucha suerte este gato en sus versiones de carne y hueso o de colorido pixel. No es necesario que sigan insistiendo, pero lo harán.