Pregón de la Semana Santa 2018

El Pregón de un cofrade

  • José Ignacio del Rey pronunció una exaltación con el Evangelio como hilo conductor y armada con la verdad y hondura de quien conoce bien las cofradías

Podría interpretarse el titular de esta crónica como que el pregonero de la Semana Santa, José Ignacio del Rey, pronunció un pregón "muy sevillano" o "para leerlo", como él mismo dijo con cierta guasa. Pero no, el de este abogado nacido en Madrid y hermano de los Estudiantes, el Silencio y la Santa Caridad, fue la exaltación más cofradiera de los últimos años. Pronunciado por un cofrade que conocía perfectamente el paño. Un Pregón que será recordado por mucho tiempo porque está construido sobre los cimientos de la fe y con la argamasa de la verdad y la hondura de quien sabe de lo que está hablando porque lo ha vivido, no se lo han contado. Sin artificios e imposturas. Este pregonero de estirpe, también lo han sido su tío y su hermano, supo salpicar su texto de anécdotas y toques de humor, que fueron muy bien acogidos por el público, entregado del Maestranza. La exaltación duró una hora y cuarenta y dos minutos y tuvo las Sagradas Escrituras como eje argumental. Realizó Del Rey un llamamiento a los cofrades y la ciudad para defender una Madrugada en peligro. Los momentos más destacados fueron los dedicados a la Macarena, con la interpretación por parte de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla del pasodoble Suspiros de España, recuerdos de mayo de 2014; al Silencio; los Estudiantes; y el canto final, Resucitó, en que el glosó a Sevilla, a sus hijos ilustres y animó a los cofrades a salir a las calles para abrazar lo que está por llegar.

La naturalidad caracterizó el Pregón de José Ignacio del Rey de principio a fin. El pregonero, tras un hondo suspiro tras el atril, comenzó sin rodeos y dejando entrever el hilo argumental del texto. Leman Yba’ Tbun, "¿a quién buscáis?", posiblemente las palabras que pronunció Jesucristo en el Huerto de los Olivos. Fue un inicio arrollador para enganchar al público y rematar con una larga poesía llamando a salir y encontrarse con Dios. "Sal a buscarlo, cofrade/ que Dios mismo se te entrega".

Tras los saludos de rigor a las autoridades, el pregonero comenzó un repaso cronológico por la Pasión del Señor que fue rematando con poesías, aunque anunció que no iba a ser un pregón lírico. Del Rey, sin complejos, hizo una encendida defensa de las hermandades de víspera: "Dicen que el centro está lejos, que no llegan a la Catedral, cuando son ellos los que llevan la Catedral a cuestas y meten triunfantes a sus barrios en la Semana Santa, con lo que tienen, con la verdad de la fe nueva".

El pregonero mostró su sentido del humor al narrar la anécdota de un amigo que fue requerido por el hermano mayor para formar parte de la junta de gobierno, arrancando el aplauso y la sonrisa al repasar las frases más acuñadas por los cofrades: "Voy a la hermandad un momento y ahora vuelvo", "esto son dos tardes", o esas que, aseguró escucharía al salir del Maestranza: "Ha sido un Pregón muy sevillano y un Pregón para leer".

El pregonero salida al alcalde Juan Espadas. El pregonero salida al alcalde Juan Espadas.

El pregonero salida al alcalde Juan Espadas. / José Ángel García

"Hoy es más necesaria que nunca nuestra presencia en la calle", sentenció el pregonero, dando la bienvenida a todas las personas, "siempre que respeten nuestra fe". Es Semana Santa porque ha salido la Amargura. El Señor ya sido llevado ante Pilatos, quien lo envía a Herodes. La verdad de la Semana Santa, esa que tan bien conoce el pregonero, es venir desde Madrid esposado en el tren de los presos para salir en San Benito, como le pasó en los años 50 al mayordomo de la cofradías, anécdota con la que del Rey arrancó otra ovación. "Esa es la verdad, esa es nuestra verdad". El pregonero se sentía cómodo cuando llegaban los pasajes más importes del texto. Primero, el dedicado a la Virgen de la Esperanza. "No me hace falta mirarte, pues te conozco de memoria". Dos fueron las poesías dedicadas a la Macarena. Una de ellas leídas mientras sonaba Suspiros de España, la gran sorpresa de la mañana. Un atronador aplauso dio paso al recuerdo a Miguel Loreto. Y llegó la hora del Silencio y del dulcísimo Nazareno. "Las cruces no se eligen, se abrazan". Del Rey encendió al público con su encendida llamada a defender la Madrugada, "la noche de la noches". "Salid a defender un tesoro que es de todos y no pertenece a nadie". Fueron, quizás, los momentos más celebrados del Pregón. Antes de centrarse en su Hermandad de los Estudiantes, realizó el pregonero una defensa del nuevo Martes Santo, "porque lo mires como lo mires, al derecho o al revés, yo creo en el Martes Santo, en el día de la fe".

"Yo soy universitario, yo soy de los Estudiantes", exclamó Del Rey, quien se detuvo en las lecciones de fe que da su hermandad, como parte activa de la comunidad universitaria y comprometida con la ciudad y su Semana Santa. "Somos universitarios, y nos gloriamos de serlo". El Señor, tras su Buena Muerte, ha resucitado. Con el Pregón casi acabado, el pregonero cedió la palabra a los cofrades: "Sois los pregoneros de este nuevo cielo que es Sevilla. Salid a calles y plazas, a tertulias, casas de hermandad y sed el anuncio vivo de la fiesta más bella, de su verdad y de su misterio". A las 14:12, tras descubrir en la vida eterna el color de los ojos del Cristo de la Buena Muerte, finalizó un Pregón que será recordado por su pureza y autenticidad. Así es José Ignacio del Rey, de estirpe cofradiera y pregonera.

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