Almería

Embrujo en la Almedina

  • El tiempo acompañó en una noche de ensueño para la Cofradía de Estudiantes y sus devotos

  • La Hermandad universitaria puso el broche de oro al nuevo Miércoles Santo

Cuando el atardecer apuntaba ya inexorablemente a la noche, la puerta de la Catedral de la Encarnación se abría por segunda vez en la tarde del Miércoles Santo para vivir la salida en su Estación de Penitencia de la Hermandad conocida como de Estudiantes. Amplios tramos de nazarenos ataviados con hábito blanco y verde, acompañados de numerosas insignias, hacían suya la Plaza hasta que el tramo de acólitos anunció la salida de ese Cristo que orando sudó sangre, mientras llegó a pedirle al Padre que apartara de Él su inminente sufrimiento. Está proyectada la ampliación del misterio de la Oración en el huerto con nuevas imágenes que representen a los apóstoles dormidos. Con o sin ellos, el Maestro, que es como llaman sus devotos al Señor de la Oración, acompañado por un ángel y con su noble mirada, se presenta como el manso cordero al que cualquiera querría consolar sobre ese altar que es el primero de los pasos de Estudiantes. La primera levantá en la calle se hizo a pulso mientras desde la Agrupación Musical Nuestra Señora del Mar se interpretaba el toque de silencio. Tras esos instantes de recogimiento y recuerdo al llorado Gabriel Cruz, el paso de misterio, dirigido por su capataz Miguel Ángel Plaza, puso rumbo al Casco Histórico de la ciudad mientras las nubes del cielo bañadas de amarillo parecían reflejar el dorado canasto del paso de la Oración.

Tras las representaciones de Universidad de Almería, Graduados Sociales y Asociación Española Contra el Cáncer, entre otros, por fin se asomó a las puertas de la Catedral de la Encarnación el palio verde de Amor y Esperanza, la primera de las dos dolorosas de Castillo Lastrucci que disfrutamos cada Semana Santa en las calles de Almería. La ajustada maniobra dirigida por el capataz Benjamín González propició que los costaleros del paso plantaran el mismo en plena Plaza de la Catedral para que sonaran los habituales "¡Guapa, guapa y guapa!" con que Almería recibe a esta bellísima imagen mariana antes de que, siguiendo los pasos de su orante Hijo, pusiera rumbo a poniente. Tras el paso ante las Puras, convento de honda vinculación con la Hermandad, el siguiente momento destacado llegó cuando el palio alcanzaba la calle Almedina y los allí presentes podían vivir la que ya es la petalá por antonomasia de la Semana Santa de Almería. Flores, piropos, aplausos y notas musicales acompañaron el festivo andar de los costaleros de la Virgen en este momento que año tras año cuenta con más público.

Pero las cofradías no viven únicamente de momentos destacados, sino que todo en su itineraro termina siendo único e inenarrable en sus detalles. Siguió la cruz de guía marcando el paso a la Hermandad por las calles que dibujan el origen de Almería para volver hacia la Carrera Oficial por el Parque de Nicolás Salmerón. Por el camino hubo tiempo para la tuna universitaria y para el encuentro con la Patrona, la Virgen del Mar. Y por donde quiera que pasara la Hermandad fue dejando su huella de cofradía consagrada al buen hacer, con esforzadas y consolidadas cuadrillas de costaleros, con el aplomo que otorga la antigüedad y con el embrujo que destila Estudiantes.

La caída total de la noche no restó público al itinerario estudiante en una jornada grande para la ciudad, con un clima de ensueño. Tras cruzar por Tiendas y bajar Lope de Vega, serían cerca de las dos de la madrugada cuando finalizó su Estación de penitencia la segunda de las hermandades que en la tarde de ayer iniciaron su recorrido desde la Catedral. Este Miércoles Santo diferente, renovado, caótico en la imaginación de algunos, guardaba su esencia más pura tras el verde manto de la Esperanza; ahí el miércoles conservó su dulce y añejo sabor de siempre.

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