Almería

Puerta de Purchena (IV)

  • Plétora. Cinco bares coincidieron en Puerta de Purchena (o plaza Ramón y Cajal): El Libertad, Regio o Casa Cipriano, Fontanita, El Sol e Imperial, el más longevo y acreditado

Almería quien te viera

y tus calles paseara,

y a Casa Cipriano fuera

a comer sus ricas gambas

Coincidiendo con la profunda rehabilitación del emblemático edificio de Puerta de Purchena y del 1º centenario de su construcción, el nuevo propietario, CAJAMAR, editó un libro (La Casa de Las Mariposas) dedicando el beneficio de su venta a una noble causa: la asociación de niños oncológicos ARGAR. Con exquisita maquetación de Nacho López Gay y profusión de ilustraciones (tarjetas postales y fotografías) de la colección de Narciso Espinar, en su elaboración participaron especialistas en distintas disciplinas, coordinados por Alfonso Ruíz. Quien esto firma lo hizo con el capítulo: "Puerta de Purchena. Centro vital de una Ciudad", del que nos autocitamos en los reportajes fin de semana.

La tan contumaz como deleitosa inclinación por el bien comer y beber tuvo digno aposento en nuestra no porticada plaza. Dulce y salado. Con la muy acreditada confitería-ultramarinos La Sevillana como abanderada de ambos. La instaló el virgitano Santiago Frías en calle Real, de aquí al Paseo y finalmente en Puerta de Purchena, hasta que la viuda de su nieto, Frías Somohano, cerró en los pasados años cincuenta el local de planta baja (proyecto de Trinidad Cuartara) con dos puertas y tres golosos escaparates. A escasos metros le sucedió Confitería Niza -con sucursal, La Corona, también en el Paseo-, propiedad del abulense (de Abla) José Sáez, quien traspasó acá el negocio de La Almedina. En la misma acera de los pares abría sus puertas la Jamonería Andaluza, de Francisco García Briones -heredada por su hijo Miguel- en la que despachaban las chacinas y quesos de mayor garantía. No sin serios quebrantos, con La Sevillana logró superar la infausta guerra incivil.

TAPEO Y MANTEL

Que sepamos, cuatro bares coincidieron en Puerta de Purchena además del Imperial. Del Libertad sólo conocemos un anuncio en el programa de Feria 1931: "El mejor surtido en manzanillas y licores de todas clases". El segundo, Bar Regio, de Cipriano Gázquez (y no Marchori como por error escribí en el libro) gozó de reconocido prestigio en su doble emplazamiento de (primero) Puerta de Purchena y Avda. de la República nº 10, entre las calles Ricardos y Concepción Arenal. Cerveza fría y mariscos frescos, rezaba un cartel sobre el mostrador al que se acodaron ilustres personalidades. Coincidiendo con la visita a un paciente (abuelo de Antonio Moreno, magnífico dibujante de Diario de Almería), el Colegio Oficial de Médicos invitó al Dr. Gregorio Marañón a pronunciar una conferencia el 12-VI-1928. Al ilustre endocrino y ensayista le acompañaban el pintor Ignacio Zuloaga y el escritor y diplomático Ramón Pérez de Ayala. Dada la fama, y obedeciendo sin duda a una indicación de "expertos", los dos últimos acudieron a Casa Cipriano a degustar sus exquisito marisco a la plancha, alimentada por infiernillo de petróleo y cocina de carbón y bolas. Pasados los años, un periodista local evocaba la conversación de ambos entre ración y ración de marisco, unas cuantas: "¿Verdad Ramón que en ninguno de tus viajes has probado unas gambas más frescas y en su punto de sal como estas de Almería?, ¡Verdad Ignacio, verdad!

Expósito Díaz era el propietario del Fontanita, el tercero de ellos. Apreciado por sus palomas de anís, ponches matutinos y, singularmente, pescados del día, en la línea de los expertos planchistas locales. Este incorporó la música como reclamo sonoro y una atención más a clientes y transeúntes: una moderna radiogramola (tocadiscos) con altavoces al exterior funcionando hasta la hora del cierre, con las últimas novedades de zarzuela y flamenco. El cuarto y último, El Sol o Feliciano, se estableció entre la Farmacia Durbán Quesada y Tejidos El Río de la Plata, en dos habitaciones que luego ocupó el laboratorio de análisis clínicos del primero. Más céntrico imposible. Anunciaba las cervezas El Águila y La cruz del Campo como las más idóneas para acompañar sus "tapas calientes y variadas". Abierto desde la madrugada, servía desayunos y ponches.

BAR RESTAURANTE IMPERIAL

Con el cierre del bar-restaurante Imperial en 1998 -gerenciado al final por Cristóbal Castillo hijo- desapareció un clásico de la gastronomía "en" y "de" Almería. Haciendo mediana con Las Mariposas e igualmente obra del arquitecto Cuartara, el espacioso negocio (barra, comedor-salón y entreplanta) era propiedad de Juan López, experimentado corredor de comercio y fincas. Comenzó como bodega a cargo del Tío Casimiro, marchante de vinos venido de Albondón, y en la que Nicolás Castillo Marcos -alma mater del futuro emporio, al que posteriormente se unió su hermano Cristóbal- entró de aprendiz siendo un niño, reclamado por su pariente vinatero. En los sesenta adquirieron el inmueble en el que años atrás Rafael Jiménez Lara había ejercido asimismo de bodeguero. A final de la década alquilaron el local nº 5 de Las Mariposas y otra habitación al almacén de coloniales de la Vda. de Alemán. Creció en calidad, servicio y publicidad. De madrugada ya ofrecía a la creciente clientela exclusivos desayunos de buñuelos, churros (elaborados por Ángeles Hernández), bollos de almendra y los tonificantes ponches de coñac Tres Cepas.

Durante la guerra fue incautado, siendo un miliciano, apodado El Rubio, el intermediario entre ellos y el sindicato hostelero. Al finalizar, y pese a las carencias de materia prima, pusieron en marcha definitivamente el restaurante que tanta fama cobró, con un largo listado de eficientes cocineros y camareros en nómina. Cristóbal y Nicolás Castillo ampliaron el negocio: en la plaza de San Sebastián abren la Pensión Imperial y se hacen cargo del Club de Mar, Club Náutico, Granja Balear (en el Paseo, bajos de la Biblioteca Municipal "Francisco Villaespesa") y bar Puerto Rico, junto al Mercado. Otros dos hermanos se dedicaron al sector: Miguel, regentando un bar en calle Las Posadas (Marcos), y Luis como camarero en el Imperial y la Granja. A comienzos de los setenta, al aproximarse Navidad, causaba general admiración la exposición -en el "saloncito de meriendas"-, degustación y venta libre de sus espectaculares y novedosos bufés fríos: de ostras del Cantábrico y langostas a pavos y capones trufados. Por el restaurante, pertrechado del mejor pescado y marisco de la costa, pasaron los más conspicuos comensales; estrellas del Cine cuando el esplendor peliculero, actores de teatro, cantantes y cantaores, toreros, intelectuales y políticos. A ello debemos añadir las cenas de gala servidas en recepciones oficiales, Alcazaba o Casino Cultural.

Como corolario, 1920 fue el año de apertura de Los Claveles. El mínimo recinto que inundó con el olor de su plancha a media Almería, comenzó y finiquitó con el apellido Heras y Orta ofreciendo al cliente desde sus inicios la tan humilde como sabrosa "jibia", especialidad estrella de la casa. A Antonio de las Heras Payán le cupo la obligada decisión de clausurar el local de Las Mariposas, al inicio de la plaza San Sebastián, en marzo de 2008.

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