Almería

¡SOS, cetáceo varado en la playa!

  • Equinac realiza un simulacro en El Zapillo para formar a Guardia Civil, Policía Local, etc.

  • La mayoría de animales que llegan a la costa tienen restos de plástico y metales pesados

Desde hace 17 años, Equinac, la entidad autorizada para el rescate de especies protegidas que sufren varamientos en Almería, ha sido el mejor aliado para cientos y cientos de cetáceos y tortugas marinas que han llegado a una playa de la provincia, aunque desgraciadamente muchos de estos animales ya estuviesen muertos o falleciesen poco después debido al mal estado que presentaban.

En la actualidad 32 voluntarios forman parte de la red de varamientos de Equinac, entre ellos también los incluidos en su equipo veterinario. De forma solidaria se encuentran disponibles las 24 horas del día, los 365 días del año. Sus grandes aliados son aquellos bañistas o particulares de cualquier tipo que advierten a tiempo de la aparición de un animal en la arena, pero no menos importante es el papel de los cuerpos policiales o de determinados miembros de la administración pública.

El Seprona, el Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) o el Servicio Marítimo de la Guardia Civil; los agentes de la Policía Local o de la Policía Portuaria; los agentes de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía... son profesionales que por su labor cotidiana tienen la oportunidad de encontrarse con un animal marino varado. De hecho, colaboran de forma habitual con Equinac cuando se presenta uno de estos casos.

Por ello, Equinac llevó a cabo este martes un simulacro en la playa de El Zapillo, a la altura de El Palmeral, dirigido por la la coordinadora de la entidad, Eva Morón, con el objetivo de formar a miembros de estos cuerpos para que puedan atender con mayor eficacia cualquier posible alerta de varamiento que se cruce en su camino.

Manuel Rodríguez, miembro de Equinac, explica que en este ejercicio se ha creado un escenario en el que se ha producido la aparición de un calderón -un cetáceo de mayor tamaño que un delfín- en la playa de El Zapillo. "El agua de Almería es una zona muy frecuentada por cetáceos. Es cierto que trabajamos mucho con delfines más pequeños pero a veces nos encontramos con otros más grandes".

Mientras el voluntario realiza estas declaraciones, a sus espaldas Morón dirige a una veintena de policías, guardias civiles y agentes de Medio Ambiente alrededor de un "pontón". Se trata de una estructura inflable que permite trasladar desde el agua a la arena a animales marinos de un tamaño considerable, pero también a la inversa. A lo largo del simulacro, los participantes se introducirán en el agua con dicho material para recoger al supuesto calderón y recibirán instrucciones sobre qué hacer una vez el animal esté en tierra.

"Les enseñamos a las autoridades que tienen competencia en la materia por ser estos animales especies protegidas cómo se hace un rescate porque muchas veces son ellos los que nos pueden ayudar. La intención es que vean cómo trabajamos, cómo se actúa y cómo se gestiona un varamiento en la playa", señala Rodríguez.

Por suerte o por desgracia, un varamiento se puede producir en cualquier momento y lugar de la costa. Especialmente en verano, puede haber un importante número de personas alrededor de los cetáceos o quelonios afectados, lo cual no siempre es positivo. Por ello, desde el colectivo lo tienen claro y advierten que no deben tratar en ningún caso de volver a meter en el mar a un animal varado.

"Entendemos que cuando un cetáceo llega a la arena la gente lo reintroduce con toda su buena intención porque piensan que es un pez y tiene que nadar. Un cetáceo no es un pez, es un animal marino pero es un mamífero que respira y que cuando llega a la playa tiene problemas. Hay que dejarlos en la arena y llamar al 112, a la Guardia Civil o cualquier autoridad competente para que se gestiones la emergencia, llamen a un equipo especializado y se haga un rescate adecuado", subraya Rodríguez.

En este sentido, incide en la importancia de un gesto tan sencillo como llamar al 112, ya que este organismo es el que tiene a su disposición el "teléfono de las personas adecuadas" y puede poner en contacto al alertante con los miembros de Equinac para que éstos le ofrezcan "cuatro pasos básicos en función del animal que sea". "Con eso, la posibilidad de que el animal sobreviva, sube al cien por cien". Esa última afirmación se refiere especialmente a las tortugas porque los delfines y otros cetáceos son especialmente delicados. "Cuando aparece un delfín, bañistas, turistas... todo el mundo quiere hacerse fotos con ellos", dice Rodríguez, quien alerta de que en algunos casos se han visto rodeados por cientos de personas mientras atendían a un ejemplar varado. "Son tan delicados que pueden dejar de respirar -su respiración es voluntaria- y mueren por estrés", lamenta.

Por ello, no es extraño que el año pasado Equinac atendiese unos 80 varamientos de animales "muertos o prácticamente sentenciados" y sólo cinco de cetáceos y cuatro de tortugas que no habían fallecido. Los mamíferos marinos localizados presentaban en su mayoría problemas pulmonares, parásitos o falta de alimentación, esto último sobre todo en las crías. Y prácticamente todas las tortugas tenían plástico en sus estómagos. No son los únicos problemas a los que se enfrentan. La mayoría de delfines presentan restos de medicamentos, plásticos y metales pesados de residuos humanos y muchas tortugas sufren amputaciones o mueren por culpa de las redes de pesca. "El mar está literalmente intoxicado", sostiene el voluntario.

Con todo, cada vez más personas saben que tienen que alertar y es posible intentar salvar a estos animales. En el caso de los cetáceos es complicado que sobrevivan pero no es algo inaudito, y con los reptiles es más sencillo. Con los primeros se suele montar un "hospital de campaña" en la playa en primera instancia y luego se les traslada al centro de recuperación de Almerimar para recibir una atención permanente por parte de 4 o 5 personas. Con las tortugas es más fácil el traslado a estas instalaciones pero la recuperación puede ser lenta y conllevar meses, cuando no años, para su liberación en el mar. Todo ello sostenido con fondos propios y sin donaciones, a pesar de que "son especies protegidas que pertenecen al país y el Gobierno debería preocuparse por sus animales".

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