Inmigración ilegal

Así escapa una narcopatera de la patrullera de la Guardia Civil en la costa de Adra

Así escapa una narcopatera de la patrullera de la Guardia Civil en Almería

Una narcopatera desembarcó este miércoles por la mañana a un total de 23 inmigrantes varones en la playa de la Alcazaba de Adra y completó el regreso hasta Marruecos después de una persecución fallida por parte de una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. La lucha contra el narcotráfico y la trata de seres humanos que se está librando en el Mediterráneo atraviesa uno de sus peores momentos por la creciente desigualdad de fuerzas. En aguas de Almería, el punto más caliente de la península como puerta de Europa en la crisis migratoria, la Guardia Civil se enfrenta a mafias y redes internacionales, cada vez más consolidadas en los países de origen y destino y narcolanchas de última generación, con plantillas que dan para articular una única tripulación a pesar de tener cuatro embarcaciones, además de que la flota es cada vez más precaria y no está ni mucho menos capacitada para hacer frente a planeadoras de hasta cuatro motores que superan los 60 nudos (120 km/h).

Las organizaciones criminales son conscientes de su supremacía náutica en la Frontera Sur y están haciendo un triple negocio con las lanchas rápidas: tráfico de drogas, logística (petaqueo) y desde hace meses el transporte de personas. Las mafias han reactivado la ruta migratoria desde Nador a Almería y llegan a cobrar hasta 9.000 euros por viaje a jóvenes marroquíes. En los últimos años venía creciendo la estadística de pateras taxi desde Argelia, en oleadas nocturnas a las calas remotas del levante, pero en la actualidad el predominio de la inmigración irregular lo canalizan desde Marruecos las narcolanchas que entran en escena a plena luz del día, por las mañanas, en playas concurridas principalmente de los pueblos del Poniente almeriense.

La interceptación, ya sea en alta mar o cerca de la orilla, es una misión imposible con la actual flota, es inviable poder abordar las narcolanchas -de cuatro motores de 300 caballos de vapor- y toda esperanza pasa por una avería o que se quede sin combustible. Sin medios aéreos, con personal bajo mínimos y una flota arcaica, el Servicio Marítimo ofrece poca resistencia ante al auge del tráfico ilícito de personas. Llegan más pateras que nunca, pero se interceptan menos porque las mafias han mejorado medios y estrategias y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tienen un grave déficit de recursos. Las redes criminales tienen un presupuesto ilimitado porque el negocio de la desesperación de las personas es muy rentable. 

En cada trayecto de una planeadora viajan entre 40 y 50 inmigrantes o en torno a 3.500 kilos de hachís. Los pilotos, encapuchados porque empiezan a entrar las mafias españolas, llegan a embolsarse hasta 50.000 euros por trayecto, 35.000 por controlar el GPS. Cruzan el mar de Alborán en cuestión de horas, se acercan a la costa y descargan el pasaje en dos minutos, a veces de manera brusca y violenta, para internarse de nuevo en alta mar. Graban con el móvil el desembarco y envían los vídeos a los cabecillas para que se certifique que han entregado el “paquete” en Almería.

Más de 5.500 inmigrantes en lo que va de año

A la provincia de Almería han llegado ilegalmente por vía marítima hasta el 6 de noviembre más de 5.500 personas, una cifra sensiblemente superior a los 3.576 del año anterior. La mayoría de los inmigrantes interceptados en aguas y litoral almeriense son ciudadanos marroquíes (3.752), más del doble de los que han llegado desde Argelia (1.512), una tendencia completamente opuesta a la de años anteriores. En 2022, por ejemplo, fueron 826 marroquíes y 2.206 argelinos. En la estadística del último mes de octubre destaca sobre el resto por el volumen de llegadas el día 13 con 120 inmigrantes. Ese mes fueron recepcionados en el CATE del Puerto un total de 448 personas procedentes del norte de África. Hasta principios de noviembre han llegado ilegalmente a nuestro país por vía marítima más de 45.000 inmigrantes africanos, lo que supone un crecimiento de más del 35% en relación al ejercicio anterior y la cifra más alta de los últimos cinco años.

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