y que no fueron...

Las procesiones que pudieron ser

  • Imágenes como las de Oración y Camino del Silencio o el Perdón de San José Obrero se quedaron sin ver la luz

El Convento de Santo Domingo de Guzmán antes de la guerra.

El Convento de Santo Domingo de Guzmán antes de la guerra. / fotos: diario de almería

EL mundo cofrade en general y el almeriense en particular siempre ha mostrado como una de sus características el ansia, las ganas de más: más penitentes, más costaleros, más patrimonio y, ¿cómo no?, más cofradías. En los mentideros siempre surgen los nombres del Crucificado de la iglesia de San José, del maravilloso Cristo del Gran Amor de la Almedina o las imágenes que antaño salieran en la cofradía del Silencio, para convertirse en titulares de una futura hermandad, soñada en sus utópicas mentes. Luego la realidad se impone y, gracias a Dios, solo se queda en una ilusión; ni siquiera hay gente para sustentar tantas como existen a día de hoy.

La talla más reciente que no procesiona es la del Cristo del Gran Amor de la Almedina

Este fenómeno no es nuevo en Almería. Sin ir más lejos, a finales del siglo XIX los templos de nuestra ciudad se encontraban llenos de imágenes con gran devoción entre los fieles: Aurora en Santiago, Remedios en San Pedro, Guadalupe en San Sebastián o Patrocinio en San Juan, por poner solo unos pocos ejemplos de Gloria.

Pero centrándonos ya en la Semana Santa de aquella época, dos eran las procesiones que salían a la calle: Entierro y Soledad. La prensa local pedía que aparecieran nuevas procesiones que rellenaran el Miércoles y Jueves Santo. También se solicitaba que el Entierro incluyera el Paseo del Príncipe en su itinerario, al igual que hacía la Soledad desde 1876. Sin embargo, aunque existían imágenes que podían haber salido a la calle, estas al final no lo hicieron. Y el llamamiento se repitió en la década de los 10, ya que de esta forma se podían hacer más lucidas nuestras procesiones.

¿Pero de qué imágenes estamos hablando? Se trataba de un Cristo de la Columna, un Señor de la Oración en el huerto y una Virgen del Primer Dolor que estaban al culto en Santo Domingo; una María Magdalena que existía en la capilla del Real Hospital; y una magnífica Piedad que se veneraba en San Pedro y se quería incluir en la procesión del Santo Entierro. De hecho, hay referencias de que las tres imágenes que estaban al culto en la Patrona habían procesionado la noche del Jueves Santo durante el último tercio del siglo XVIII.

Con la llegada de los años 20, la Semana Santa de Almería vivió uno de sus grandes momentos de crecimiento y esplendor: nuevas cofradías, nuevas imágenes, nuevos tronos y mucho más patrimonio. A las dos tradicionales hermandades se sumaron las procesiones del Cristo del Escucha en 1927 y Nazarenos y Niños Hebreos, ambas en 1929.

Los cofrades de la época, envueltos en esa euforia que les llevaba a querer ser como los de Sevilla, Málaga o Lorca, volvieron a hacer un llamamiento para que esas imágenes salieran a la calle. Se felicitaban porque ya se contaba con unas cuantas cofradías más que, aunque no tenían el lujo de otras capitales, reflejaban la evolución que la Semana Santa de Almería había sufrido. Y se afirmaba que era una lástima que esas imágenes tan artísticas no salieran a la calle. Pero el caso es que ni a finales del XIX, ni a principios del XX, ni en los fantásticos años 20 ninguno de estos pasos salió en procesión. Y a día de hoy no sabemos por qué.

La llegada de la República y la posterior guerra civil borraron toda posibilidad, pero imagínense los cofrades lo que hubiera sido la Semana Santa de Almería en esos años si en vez de cinco procesiones hubiera habido siete u ocho: Domingo de Ramos, Niños Hebreos; Lunes Santo, Oración en el Huerto; Martes Santo, Columna; Miércoles Santo, Nazarenos; Jueves Santo, Piedad; madrugá, Escucha; y Viernes Santo, Entierro y Soledad. ¡Qué bonito es soñar!

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