Almería

Al rico atún

  • El puerto de Carboneras es testigo estos días de la descarga de impresionantes piezas de atún · Ochos piezas, atrapadas por el 'Nicolás e Isabel' pesaron mil cien kilos

Puerto pesquero de Carboneras. Nueve de la mañana. Sol calcinante. El 'Nicolás e Isabel' está amarrado de estribor a los norays del muelle frente a la lonja donde no se vende pescado, que los pescadores carboneros han de correr para vender las capturas diarias en las lonjas de Almería o Garrucha.

Nicolás García Rodríguez, patrón del pesquero 'Nicolás e Isabel', natural de Carboneras, con fama en todos los puertos de formal, de cumplidor con la normativa, se acerca al barco donde la tripulación le espera para comenzar la faena.

Hay que descargar los aproximadamente mil cien kilos que pesan las ocho piezas de atunes capturados el día anterior en el canal, a eso de entre veinticinco y sesenta millas mar adentro. Dice Nicolás que en Carboneras la pieza de atún es grande, "normalmente una medio de ciento cuarenta o ciento cincuenta kilos". Al barco de Nicolás aún le quedan unos mil quinientos kilos de cuota, porque cada barco de palangre tiene adjudicado un cupo de capturas, un control estricto según el tamaño de la embarcación y la cuota histórica.

A una orden de Nicolás comienza el trajín. Los nueve tripulantes del pesquero: cuatro senegaleses, un peruano, y cuatro españoles saben cuál es su cometido. Se entienden por señas, pero se entienden. Un senegalés abre la cámara frigorífica, y otro baja a enganchar los atunes. A medida que se depositan en cubierta con la ayuda de una pequeña grúa, el tripulante peruano abre las agallas de los atunes para, con una manguera, quitarles el hielo.

Nicolás García, el patrón, está satisfecho con la tripulación: "son buena gente, los senegaleses son fuertes, están aprendiendo rápido, no me puedo quejar". Mientras no le quita ojo al desembarque de las piezas, Nicolás hace frente al papeleo. Todo ha de estar en orden no sea qué. El patrón del 'Nicolás e Isabel' cuenta que "hay mucho, muchísimo atún, aunque la normativa impuesta desde la Unión Europea nos ha hecho mucho daño al sector".

¿Y cuando se complete la cuota qué, Nicolás? "No queda más remedio, pues, que ir al pez espada desde Roquetas hasta el norte de Menorca, Cerdeña, la costa de Argelia, pero normalmente los barcos de Carboneras faenamos en las Baleares". El barco de Nicolás García "y ocho o diez barcos de aquí, de Carboneras", tienen licencia para faenar en invierno en el Atlántico, "trabajamos en las Islas Madeira, a setecientas u ochocientas millas de la costa de Cádiz.

"Entonces nos pasamos fuera de casa unos veinte días. Es duro, no es fácil, estar alejado de la familia. Y mucho, muchísimo trabajo para lo que luego queda". El sector pesquero está muy mal económicamente, está muy tocado según Nicolás "por las circunstancias, los mercados, los mayoristas han invadido el mercado; las capturas son aceptables, pero el precio es la clave y se ha destruido ahora toda la infraestructura que había. A raíz de esto todo ha ido en declive". Y la competencia, Nicolás, la competencia que no siempre trabaja como es debido, que viene mucho pescado de fuera. Cuentan "que Marruecos está pescando con redes, incluso países como Italia están pescando con redes ilegales, no lo entendemos". No lo entienden los hombres de la mar, los que cuando el temporal se acogen al manto de la Virgen del Carmen, la Patrona.

El patrón sonríe al contar que "los verdaderos patronos son los de las grandes compañías, son los que se llevan el dinero, los que dicen yo te compro a tanto el kilo, son los dueños, son los que mandan". En el entretanto, las ocho piezas de atunes, ya dentro de la lonja, se pesan. El eco de una lonja grande y vacía hace en algún momento inaudible la conversación. La mar, en este día plana, sabe de los calvarios de los pescadores. Un poco más allá del puerto pesquero de Carboneras, en la mar se bañan los turistas.

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