Puan | Crítica

Buenos tiempos para la Filosofía

Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia en una imagen de 'Puan'.

Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia en una imagen de 'Puan'.

Arranca esta Puan de María Alché (Familia sumergida) y Benjamín Naishat (Rojo) por los derroteros de la caricatura y el exceso. Un profesor universitario de mediana edad y perfil bajo (extraordinario Marcelo Subiotto, premiado en San Sebastián) despliega todo un catálogo de torpezas (un móvil inoportuno, una sentada encima de un pañal cagado, una escena de limpiado digna de Peter Sellers…) durante los actos en recuerdo de su amigo y colega catedrático de Filosofía Política recién fallecido. La llegada desde Europa de un viejo compañero ahora convertido en profesor superestrella (Leonardo Sbaraglia, controlando bien las riendas) incide aún más en los estereotipos satíricos del orbe universitario y sus dinámicas de pedantería y juegos de poder.

Por fortuna, y a pesar de que el tono de comedia se mantiene viento en popa, Puan rebaja la intensidad de ese arranque para ir asentándose poco a poco en un registro menos extremo en la crónica de la batalla diaria de un profesor grisáceo por la dignidad al tiempo que se apunta la crisis nacional que desembocó hace unos meses en la llegada del esperpéntico Milei al poder. Con todo, nuestro profe en plena ebullición regeneradora tiene que pasar aún por no pocos peajes en el límite de lo patético: sus clases particulares a una señorona de la alta sociedad, su visita a la cárcel para dar lecciones a presos comunes o las cuitas cotidianas con su mujer e hijo, al tiempo en que ve cómo su continuidad en la cátedra pasa por competir en el concurso contra el profesor estrella.

Resulta bastante admirable cómo Alché y Naishat son capaces de replegarse y sortear la tentación de mostrar ciertos momentos clave (el propio concurso por la plaza) para reconducir su película hacia el gesto político cotidiano y la reivindicación de la filosofía (y la vida, a ritmo y letra de tango en una estupenda escena final en Bolivia) como prácticas regeneradoras en tiempos de crisis, también para una Universidad sacrificada por la clase dirigente.

A la postre, en el retrato de este profesor y sus circunstancias, Puan termina siendo un filme que, sin tomarse demasiado en serio a sí mismo, apunta un camino de reflexión sobre el presente argentino que, entre risas cómplices, encontrará eco allá donde se exhiba.