De la permanencia matemática a la angustia por mor de un arbitraje con sesgo casero. El Almería fue víctima en Córdoba de su impericia en los primeros compases del encuentro y de la desafortunada actuación del colegiado canario Pulido Santana, que frenó la reacción de los rojiblancos en una segunda mitad de gran solvencia pese a las adversidades.

La hilera de desaciertos de Pulido en el Nuevo Arcángel puede asemejarse con una galería de los horrores. Arrancó bien pronto, al cuarto de hora, perdonándole la expulsión a Jesús Valentín tras propinarle una patada a Motta sin mediar balón en juego. Una agresión en toda regla pasada por alto con 0-0 todavía en el marcador.

Ya en la segunda mitad, la primera amarilla a Sulayman es rigurosa y en el 59' escatima un claro penalti de Fernández sobre Nano al golpearlo dentro del área en el pie de apoyo cuando se disonía a centrar. Apenas cuatro minutos después Pozo reclamaba otra pena máxima que interpretó como piscinazo, amonestando al malagueño. En el 65' anulaba el tanto del empate conseguido por Juan Muñoz de cabeza por un fuera de juego que podría calificarse como milimétrico, por una rodilla, en una acción de difícil captación para el ojo humano, que vista desde la banda parecía en todo caso estar en línea.

La expulsión de Sulayman en el minuto 72, esta vez por una merecida segunda amarilla, terminaba de declinar el choque a favor del conjunto local, que con superioridad desde el minuto 1 daba la puntilla al contragolpe en el tiempo de descuento, ganando además el gol average particular, que con 1-0 estaba igualado.

Sin la decisiva intervención arbitral, el Almería había opositado a arrancar al menos un punto de su visita a tierras califales. En un ambiente de tarde grande, el Córdoba saltó al campo empujado por su afición, que cree más que nunca en la salvación tras la espectacular remontada protagonizada en las últimas jornadas por los suyos.

Los de Sandoval empezaron mejor y el asedio inicial, reflejado en peligrosos disparos de Edu Ramos y Aguado que obligaron a intervenir a René u otro de Reyes desviado in extremis por Pervis, se tradujo en gol a los 25 minutos. La acción se desarrolló por la banda izquierda, donde Javi Galán apuró la línea de fondo para sacar un centro largo al segundo palo. Allí lo prolongó de cabeza Fernández sobre la posición de Sergi Guardiola en el área. El ariete mallorquín cabeceó a gol y Joaquín sacaba en la misma línea, con la mala fortuna de que el esférico rebotaba en un vencido René y se introducía en la portería.

El Almería fue de menos a más y acabó el primer acto dando síntomas de recuperación al gozar de una clara ocasión para haber igualado, pero el buen servicio de Fidel, picando por encima de la zaga cordobesista, iba a malograrlo Tino Costa. El argentino, en una posición franca y libre de cualquier marcaje, optó por cabecear de forma mansa cuando la situación demandaba control con el pecho y fusilar a Kieszek.

La mejoría se consolidó tras la salida de vestuarios y particularmente con la entrada de Pozo al campo, que aportó criterio y profundidad. De sus botas nacía el servicio para el tanto del empate anulado a Juan Muñoz. La respuesta del Córdoba fue un trallazo de Aguza desde fuera del área contestado con un paradón a mano cambiada de René. El empate era posible, pero la expulsión de Sulayman lo abortó, facilitando que el Córdoba hiciera el 2-0. Contra doce siempre es más difícil.