Tras Apuntes sobre el otro (2009), premio al mejor cortometraje documental en el festival Alcances de Cádiz, y Una historia para los Modlin (2012), "una de las grandes conquistas fílmicas de los últimos años, ganadora del Goya al Mejor corto documental", según el crítico Carlos Reviriego, el director hispano-brasileño Sergio Oksman rodó su largo de no-ficción, O Futebol, que ayer presentó en Sevilla. "El fútbol debió inventarse para evitar el silencio", anticipó el cineasta. "Tras 20 años sin contacto, mi padre y yo nos reencontramos en São Paulo y, tras el ajuste de cuentas, hablamos de fútbol muchísimo, sobre todo de los futbolistas de los años 70, tanto que esos jugadores parecían más nuestros parientes que los propios familiares. A mi regreso a España, telefoneaba a mi padre cada quince días y siempre hablábamos de fútbol".

Esa particular mirada al balompié es el punto de partida de una película que su director quiso que no fuera "ni autobiográfica ni terapéutica". "No quise hablar del encuentro entre un padre y un hijo, pues eso había pasado un año antes, sino de un padre y un hijo que van juntos a ver los partidos del Mundial de Brasil de 2014". En ese difícil equilibrio entre control y azar que guió el rodaje, Oksman -a quien Elías Querejeta fichó para su factoría cuando era un desconocido recién llegado a España- optó por una estructura muy cerrada, "marcada por los días que duraba el campeonato, que ganó Alemania", y una puesta en escena rigurosa "con planos muy abiertos para permitir a los personajes salir cuando quisieran". La cinta, viaje de regreso a la afición primigenia y a la "irreconocible" ciudad natal, ilustra para su autor "la imposibilidad de rescatar el momento de felicidad de la infancia".