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Patrimonio histórico

Los unos por los otros y el Vapor de El Puerto sin solución

El Vapor de El Puerto, en las últimas en el paseo fluvial.

El Vapor de El Puerto, en las últimas en el paseo fluvial.

Varios días han pasado desde el desplome de la popa del Vapor Adriano III y nadie parece darse por aludido. 

El pasado mes de enero el alcalde portuense, Germán Beardo, anunciaba públicamente que  la  nave, propiedad actualmente de la Asociación de Amigos del Vapor, iba a ser cedida a la empresa municipal Impulsa El Puerto para que fuera  esta la que se encargase de su retirada del paseo fluvial, donde se encuentra el barco en estos momentos.

La idea era trasladar los restos del barco, cada vez más en precario, y abordar  con carpinteros de ribera el futuro de la nave, de manera que con lo que se pueda recuperar del barco se pudiera hacer "una recreación tridimensional que aloje un centro de interpretación del Vapor".

Transcurridos ya casi cuatro meses de aquel anuncio, lo cierto es que nadie ha movido ficha. Por parte de Impulsa  han señalado, a través de la información facilitada por el gabinete de prensa municipal, que "la asociación todavía no ha hecho ninguna propuesta de convenio", mientras que por parte de la entidad afirman estar esperando la llama de Impulsa, ya que como dicen "son ellos los que tienen que citarnos".

Nunca ha estado mejor aplicada la frase de "los unos por los otros y la casa sin barrer", en este caso el Vapor sin solución a la espera, quizás, de que el problema se arregle solo cuando del barco ya solo queden astillas.

Una asociación sin ánimo de lucro metida en un problema

Hay que recordar que la asociación propietaria del barco, a la que el anterior dueño se lo cedió ante notario en 2020 para quitarse un problema de encima, ya dijo hace meses que  si ellos tuvieran  que retirar el barco de su actual ubicación no lo harían hasta no tener una orden por escrito por parte del Ayuntamiento y una autorización de la Junta de Andalucía señalando que el barco queda descatalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), ya que cualquier daño que ocurriera durante el traslado recaería sobre los actuales propietarios como un posible delito contra el patrimonio, lo que está penado incluso con cárcel, una situación surrealista teniendo en cuenta que la entidad sin ánimo de lucro se ofreció como herramienta para obtener fondos por suscripción popular para la reparación de la nave, una reparación ya del todo inviable y en la que nadie cree.

Solo queda esperar a ver quién da el siguiente paso, porque al parecer nadie quiere ser el responsable de la certificación de la muerte del Adriano III.

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