Ha ido allá donde le han pagado. Los revolcones con las celebrities dan siempre pingües dividendos. Nereida Gallardo, ex de CR7, predecesora de Paris Hilton y a buen seguro que de un mínimo de un centenar de lobitas madrileñas, enseña sus redondeces en la portada de Interviú. En el quiosco la encuentran en pelota picada. Un peloteo, o un despelote, la mar de oportuno, para dar la bienvenida a la península al costoso fichaje. Cristiano viene del sol de California para cambiarlo por el del Algarve antes de irse a Madrid.

Nereida, un cuarto de siglo espléndido, es una chavala mallorquina a la que el luso encontró una noche jaranera. Ella protesta que la dejó de un día para otro, informándola con un seco sms en el móvil. Meses antes habían disfrutado de lo lindo, sin preservativo, porque al portugués no le importaba dejarla embarazada. Eso dice ella, que después de un verano de amor, se ha revalorizado en el mercado del corazón a ritmo florentino. Nereida vuelve a lucir su epidermis sin tapujos y después de haber pasado por un par de programas televisivos hepáticos. Tiene cuerda y secretos como para vivir unas cuantas temporadas de Champions.