Cultura

Cuando Triana duerme... Anselma canta

"Triana tuvo que ser…con su lunita plateada…testigo de nuestro amor…bajo la noche callada…". Con este pequeño giro bien podría anunciarse la pasión que Anselma Giménez siente por el barrio que, prácticamente, le ha dado todo. Inmersa en el mundo laboral desde muy jovencita -"siempre me gustó manejar mis propios recursos", reconoce-, el paso de casi dos décadas como miembro del departamento de Lista de bodas de El Corte Inglés fue sólo el trampolín para alcanzar la plataforma que la haría verdaderamente feliz: su negocio de la calle Pagés del Corro número 45. Ahí, todas las madrugadas de lunes a sábado, Anselma acude fiel a su cita con un variopinto público entre el que ha recibido a personajes tan diversos como algunos miembros de la familia real española, toreros, cantantes, actores y, por supuesto, gente anónima de fuera y dentro de nuestras fronteras seducida por esta arrebatadora anfitriona.

Ahora, después de un primer disco titulado En Triana con Anselma, regresa con A golpes de corazón, álbum donde descubrimos sentidos homenajes a referentes como Serrat, del que incluye versiones de La saeta y Mediterráneo, Armando Manzanero o himnos populares como La salve rociera. Una propuesta, la de esta sevillana de San Juan de la Palma, dedicada a su hermana Nati que, a raíz de una enfermedad, falleció el año pasado. "Fue como cuando te da un infarto y una parte de tu corazón se muere".

Generosidad en estado puro, la entrevistada -a punto de cruzar la barrera de los sesenta-, a pesar de ser una enamorada de la música desde pequeña, prefiere considerarse persona antes que artista y se confiesa muy orgullosa de su tierra. "Para mí es como lo era Tara para Escarlata O´Hara. No consiento que nadie la intente dañar". Así, en virtud de ese espíritu, ha regalado su alegría a la infanta Elena y a Sara Montiel, a Plácido Domingo y a la duquesa de Alba, a Fran Rivera y a Antonio Gala. Sin embargo, es la de Curro Romero la presencia que más la ha impactado. "Cuando lo vi entrar por las puertas de mi local, me emocioné. Vino con Carmen Tello y no podré olvidarlo jamás. Es alguien histórico a quien admiro mucho", recuerda con un atropellado desparpajo verbal bajo el que esconde una timidez que, en principio, resulta difícil de creer. "Parezco tener otro carácter pero soy muy vergonzosa", confiesa Anselma dispuesta a seguir dejándose el alma en cada nuevo proyecto que asuma. Es el sino de una mujer nacida para luchar.

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