Cultura

"Lo que la gente quiere en el mundo árabe es vivir una vida normal"

  • La autora de origen libanés, nieta de la cupletista malagueña Anita Delgado, publica 'La princesa perdida', su propia historia en búsqueda de sus raíces como descendiente de un marahá indio

Tiene una vida absolutamente apasionante que transcurre a caballo entre Nueva York, Sevilla y la India. Ex periodista de la cadena CBS, ayudante del famoso presentador estadounidense Dan Rather, bailaora de flamenco, la vida de Maha Akhtar es tan sorprendente que decidió hace dos años plasmarla en un libro, La nieta de la marahaní, después de descubrir que su verdadero padre era el marahá de Kapurthala y que su abuela era Anita Delgado, la famosa cupletista malagueña que se casó con él y vivió en los oropeles de la India. Ahora, Maha Akhtar, nacida en Beirut, educada en la India y ciudadana neoyorquina, publica La princesa perdida, la continuación de su primera obra.

-¿De qué trata este nuevo libro?

-Trata de todo lo que pasó después de aquel descubrimiento. En su lecho de muerte, mi madre me confesó que yo no era hija de quien creía que era mi padre, sino de Ajit Singh, príncipe de Kapurthala, que murió en 1982. Yo no sabía ni qué era Kapurthala ni quién era Anita Delgado. Me puse a investigar en internet y descubrí que mi padre era un hombre muy reservado, también que había muchísimas cosas sobre mi abuela. Finalmente, viajé a Kapurthala. Ahora ya no tienen el estilo de vida lujosa que había en tiempos de mi abuela. Si en el primer libro cuento el descubrimiento, en éste narro lo que me sucedió después. Me gusta más porque este libro lo hago expresando más las emociones, los sentimientos. Es un libro sobre la búsqueda personal, saber de dónde vengo y adónde voy, que es algo que todos queremos conocer.

-Es también un viaje personal...

-Sí. Ya no trabajo en la CBS. Soy una periodista freelance, pero no lloro. Me habría encantado estar estos días en Egipto, en Túnez, en Marruecos con todo lo que está sucediendo, pero no me gusta mirar atrás. Siempre hago lo que quiero. En el libro narro cómo mi madre se quedó anclada en el pasado, en sus recuerdos. Nunca pudo mirar hacia adelante. Ella era una mujer maltratada por mi padrastro y no supo entenderse a sí misma. Yo pienso que todas las mujeres tenemos las herramientas para seguir adelante, para saber que siempre hay una salida, aunque no la veamos.

-¿Cómo ve la situación de las mujeres musulmanas en estos tiempos?

-Es que hay muchos tipos de mujeres musulmanas. Las libanesas, por ejemplo, son muy modernas, pero hay una generación anterior en que la situación era diferente. Mi tía Hafsa, por ejemplo, al contrario que mi madre, vive según sus propias reglas aunque tenga una cultura musulmana.

-¿Qué le parece lo que está sucediendo ahora en el mundo islámico?

-Es el resultado de una generación, la mía, la que tiene entre 35 y 50 años, que siempre ha vivido retrasada, y ya no quiere un Islam político. Lo que quiere es vivir una vida normal. Es una revolución para tener una vida normal. En 40 años no han tenido derechos políticos, ni siquiera el derecho elemental a la educación. Los autócratas los han tenido bajo el pulgar para mantenerse en el poder. Es algo parecido a lo que sucedió con el Muro de Berlín o hace unos años en el Líbano, cuando los libaneses decidieron que no querían seguir dominados por los sirios. La gente ya no quiere un Egipto dominado por los islamistas, por ejemplo. Quiere vivir como los demás.

-Nació en Beirut, pero siempre creyó haber nacido en Australia, tiene una casa en Sevilla, vive en Nueva York... ¿De donde se siente usted?

-Me siento muy neoyorquina. Nueva York es un mundo aparte de Estados Unidos. Llevo casi treinta años viviendo allí. Pero cada vez que voy a Sevilla me siento comodísima. Tengo grandes amistades allí. Realmente, no he vivido en Sevilla nunca: como mucho he estado dos meses seguidos, pero me siento muy cómoda. Igual que en Granada. Aquí fue donde nació mi pasión por el flamenco, en la cueva La Reina Mora. En Granada empezó mi fascinación.

-Usted también baila el khatat, que es muy similar al flamenco...

-Sí. Ambos estilos son muy parecidos. Hay que tener en cuenta que los gitanos surgieron en la India en el siglo VIII. Luego llegaron los persas y los tomaron como esclavos. Se los llevaron a Persia y, por alguna razón, no volvieron a la India. Yo quise hacer una investigación sobre todo aquello. Hay un estilo flamenco que es muy muy parecido al khatat que es el martinete.

-También trabajó con el grupo The Cure...

-Sí. Fue una experiencia fenomenal. Yo tenía entonces 21 años. Comencé de asistente del mánager y terminé como mánager en las giras. De aquella experiencia me quedé un poco sorda de un oído. Y luego pasé a trabajar con Manuela Carrasco, la bailaora flamenca. Siempre me gusta hacer cosas nuevas, diferentes. Y me encanta conocer gente.

-Como mujer musulmana, moderna, independiente, ¿qué consejo le daría a las mujeres musulmanas?

-Hablar de mujeres musulmanas es generalizar demasiado, porque cada mujer es distinta. Yo le diría a todas las mujeres que lo que deben hacer es seguir sus sueños y que sean conscientes de que pueden hacerlo.

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