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La topografía médica y estadística de la Villa de Dalías como un hecho de comunicación

  • Rodríguez Carreño. No concibe la ciencia como un instrumento de reafirmación ideológica, y ve el panorama con cierto optimismo, a pesar de las respuestas de las administraciones públicas

La topografía médica y estadística de la Villa de Dalías como un hecho de comunicación

La topografía médica y estadística de la Villa de Dalías como un hecho de comunicación

Cuandomanuel Rodríguez Carreño redacta su Topografía Médica y Estadística de la villa de Dalías es un tiempo difícil y de desencanto, no obstante, se da cuenta que esta tierra, como el resto de Andalucía, encierra un gran potencial de esperanza. El receptor de su escrito debe instruirse, y se esfuerza por conformar un mensaje, con información original en la mayoría de los casos y directa en algunos otros.

La obra cobra actualidad, convirtiéndose en testimonio histórico, pues es un relato razonado y reflexivo sobre hechos reales, que lleva implícito un traslado de la memoria individual a la memoria colectiva.

Desde las primeras páginas el relato se nos muestra como una fuente de información, constituyendo este hecho el eje sobre el que giran los análisis expuestos. Según propia confesión del autor, un excelente generador de información, pretende la sencillez en el lenguaje. Junto a algunos pasajes de acentuado tono idílico (estancia de los bañistas en Balerma), nos encontramos otros de palabra precisa y sencilla (aspectos geográficos, historias clínicas, descripción de enfermedades, etc.). Para un agudo observador de la realidad, como es nuestro médico, no es de extrañar la aparición conjunta de ambos lenguajes en un mismo tema, así, tras una bella y poética descripción de la villa de Dalías y su entorno, censura el estado de su caserío, y el apartado sobre higiene pública y privada lo finaliza con palabras muy críticas.

Los destinatarios de la información son todos los dalienses, inmersos en un tiempo cargado de incidencias, causantes de transformaciones sociales, económicas, culturales y políticas, y en el cual, junto al agricultor, tiene una fuerte presencia el minero. Rodríguez Carreño es consciente de que la extracción del mineral da preferencia a un lugar respecto a los demás, y la sustitución de éste cuando otras nuevas condiciones posibilitan más provecho, y deja translucir lo desordenado de la explotación en relación con el agotamiento de filones y la demanda exterior.

Pocos años después la situación en la sierra experimenta algunos cambios, según pone de manifiesto la Memoria Estadística de la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio de 1866: «La sierra de Gádor ha aumentado sus valores y sus ricas minas, al mismo tiempo que ha dado impulso a los trabajos de investigación, particularmente en el pecho de Guijo y loma de Zamora. Los demás puntos de esta sierra también han adquirido más importancia con la adopción de los malacates, que han mejorado y facilitado las condiciones de su explotación. De aquellos se han colocado 17 en diversos puntos, que tiran de una profundidad media de 145 metros».

Muchos de los destinatarios de la Topografía Médica y Estadística de la villa de Dalías no saben leer, y para aprehender el mensaje necesitan de un descodificador que se la lea.

Rodríguez Carreño no concibe la ciencia como un instrumento de reafirmación ideológica, y ve el panorama con cierto optimismo, a pesar de las respuestas de las administraciones públicas a la problemática sanitaria. La crítica negativa sobre: el Baño mineral de Guardias Viejas, costumbres, legislación sanitaria, explotación minera, higiene pública y privada, etc., no es un obstáculo, sino un aliciente para mejorar la situación, pues es un hombre que, junto con el conocimiento de la ciencia médica, mantiene un elevado grado de información, responsabilidad y experiencia.

Para un fino observador, como Manuel Rodríguez Carreño, no pasa desapercibido el hecho de que las posibilidades asistenciales no son igualitarias, pues se configuran a partir de la asistencia particular y de la beneficencia (el hospital es su institución fundamental), accediendo a una u otra según la condición socioeconómica del enfermo. Igualmente tiene claro que también forma parte de la infraestructura el llamado capital humano de la sanidad, es decir los profesionales sanitarios, cuyo número, en relación con la población a la que prestar asistencia, es un indicador significativo sobre la disponibilidad de servicios médicos.

La ratificación como médico por el pueblo, puede deducirse de sus propias palabras, cuando refiere los muchos solicitantes de sus servicios, y la situación socioeconómica de los pacientes relatada en algunas historias clínicas. Sabe que los valores tradicionales de la medicina deben mejorarse y actualizarse, pero, teniendo presente el núcleo de su existencia: vocación y dedicación. Todo esto le lleva a ver un oasis esperanzador y no un desierto, decididamente Manuel Rodríguez Carreño es un hombre en el que felizmente coinciden profesión y vocación.

El mensaje de la Topografía Médica y Estadística de la villa de Dalías no se limita a la simple exposición, pues en ella la crítica está muy presente. El autor tiene claro que la medicina, a la hora de sanar a la persona enferma, no entiende de ideologías; en cambio, es consciente de que en la planificación de la asistencia médica la política juega un importante papel; igualmente, considera a la enfermedad como algo más que la pérdida de la salud, siendo necesaria una medicina responsable, planificada y científica, pero sobre todo humana.

En la obra de Rodríguez Carreño el mensaje coincide con la realidad, tanto en lo objetivamente ponderable: vegetación, fauna, geología, clima, etc., como en lo referente a aspectos que pueden verse afectados por un mayor o menor grado de subjetivismo: carácter de los dalienses, predicamento de los curanderos estancamiento de Dalías frente al dinamismo de Berja y Adra. Donde la coincidencia, con la realidad socioeconómica de la Dalías de su tiempo, alcanza cotas más elevadas, es en la aceptación de algunos tratamientos de la medicina popular, a pesar de arremeter enérgicamente contra los curanderos, y cuando se ocupa de la compleja problemática de las enfermedades profesionales.

El «método curativo» para los mineros une a su eficacia el ser asequible para los más desfavorecidos económicamente. Nuestro médico no duda prescribir dos fórmulas, para el purgante que combate el «cólico de plomo», una para los «ricos» y otra para los «pobres», en ambas se mantienen los principios activos esenciales: hojas de sen y de bardana y sal de glaubero, a las que se agrega, en la primera, tintura de castor, láudano líquido y jarabe de corteza de naranja, los cuales en la segunda son sustituidos por «aguardiente bueno» y «miel de cañas».

En la Topografía Médica y Estadística de la villa de Dalías son muchos los materiales aportados y las ideas expuestas por su autor, permitiendo recopilar un valioso bagaje de datos y noticias, proporcionados por un testigo de excepción. La condición del mensaje responde a la propia de un hombre generoso: «veo con placer

que mis débiles esfuerzos reportan a estos mineros beneficios positivos en su salud e intereses, y he aquí satisfechas todas mis aspiraciones»; y optimista, como se pone de manifiesto en las referencias a la importancia de la «instrucción primaria», y a las reformas necesarias para conseguir mejorar la higiene y la «policía sanitaria».

Rodríguez Carreño parece plantear la cuestión estructural derivada de la delimitación entre beneficencia y sanidad, pero, sin versión político-ideológica de los problemas sociales. Prudente y tanteador ante la problemática socio económica de Dalías, no duda mostrarse a favor de los mineros, «cuya suerte sería tal vez menos deplorable sin el desconcierto que aquí reina en el sistema de labores y administración». Comparte, con otros tratadistas, la idea de que la actividad extractiva minera resultó globalmente negativa, y fue incapaz de generar un desarrollo económico sostenido para la provincia.

En el siglo XIX, pasado el periodo de limitada eficacia sanitaria, se siente, sobre todo en los últimos decenios, la necesidad de renovar la llamada «medicina individual», por lo que el papel del sentido cristiano en la asistencia médica empieza a cuartearse, aunque todavía muchos médicos, como Manuel Rodríguez Carreño, no pueden prescindir de su influencia, reflejándose esta circunstancia, incluso, a la hora de enjuiciar la actuación de los facultativos, que le precedieron en Dalías, frente al cólera. La medicina es interrelación entre la demanda de la persona enferma y la persona preparada para curarle, o en su defecto aliviarle o ayudarle, y, en esto sí que los facultativos y el alcalde, que atendieron a los afectados por el cólera en Dalías en 1834 y 1855, fueron ejemplares y heroicos.

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