Bajo Palio

La soledad en las Claras

  • La decana Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores fue fundada en 1772 -en la parroquial de Santiago- bajo los auspicios de la Venerable Orden Tercera (seglar) de los Siervos de María (Servitas)

EN 1783 el rey Carlos III ordenó que todas las cofradías existentes en España -a excepción de las de Ánimas- se fusionasen con la del Stmo. Sacramento, caso que la hubiese, en las respectivas parroquias de cada localidad. La almeriense de La Soledad, en Santiago, corrió idéntica suerte antes de concluir el Siglo de las Luces. La decisión adoptada por la Real Chancillería se debió al desordenado crecimiento de entidades pías y cultuales de inspiración religiosa y ámbito civil; a determinados excesos cometidos por las mismas y ante la certeza de practicar actividades no sometidas al poder de la Corona. En el Archivo Municipal -Casa de José Jover, en la calle Arráez- se conserva la Pragmática de obligado cumplimiento por regidores y alcaldes.

La Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores se fundó en el último tercio del XVIII auspiciada por la Venerable Orden Tercera (seglar) de los Siervos de María (Servitas), establecida en la iglesia construida durante el mandato del obispo Fernández de Villalán, prácticamente a la par que la catedral. El desconocimiento en cuanto a su antigüedad -no sabemos por qué ignota razón los propios cofrades suponían que databa de 1768- quedó subsanado con la publicación de "Cofradía y Hermandades en la Almería Moderna" (1997), de Gil Albarracín, y de un servidor en el Iº Congreso sobre Religiosidad Popular, convocado por el Instituto de Estudios Almerienses en 1998. En mi ponencia reflejaba parte de la correspondencia mantenida con Fr. Honorio Martín, OSM, bibliotecario de la casa matriz Frati Servi de Santa María (Orden Servita) en Roma:

En nuestro Archivo General únicamente consta el reconocimiento por parte de nuestra Orden de la cofradía de la B.V. Dolorosa, erigida en la iglesia parroquial de S. Jacobi (o sea, Santiago o San Jaime) en Almería; el 1º de abril de 1772 por el prior General, Francisco Raimundo Adami, del convento de San Marcelo.

El mismo día y mes del año siguiente (1773) la constitución de la cofradía fue aprobada por el obispo Claudio Sanz Torres y ratificada por el comisario general español de la Santa Cruzada. En aquella misiva se precisa que la "reconocen" y no que la "erigen", por la sencilla razón de que la Orden (regular) Servita jamás tuvo asentamiento en la capital o provincia y menos para dirigir parroquias, otro error de peso que inexplicablemente algunos siguen manteniendo. No obstante, tal como adelantaba, sí que mantuvo presencia activa su rama seglar. ¿Desde cuándo o quienes la integraban?, lo ignoro; que yo sepa no han aflorado documentos que iluminen las interrogantes. Sin embargo, aunque en el interior del templo debieron sucederse septenarios y novenas en honor de La Soledad, por razones que se me escapan, no procesionó públicamente hasta trascurrida una centuria a pesar de disponer del patrimonio necesario, incluido la bella imagen mariana -de autoría sin precisar-, con su correspondiente ajuar y vestimenta, regalo del presbítero Manuel de Bargas: ¿lo desaconsejaron las sucesivas convulsiones militares y cambios políticos e ideológicos vividos por el país en el transcurso de esta y la siguiente centuria?).

Guerras carlistas

1876 fue un año importante en la Diócesis de Almería y para el nonato movimiento pasionista, ya que aquel viernes Santo se produjo la primera salida procesional de la Virgen venerada en la iglesia de Las Claras, reconvertida en parroquia al ser desamortizada la primitiva de Santiago Apóstol. A este primer cortejo de la cofradía decana dedicaremos el capítulo de mañana. Mientras tanto, España entera, al menos la más liberal, celebraba entusiasmada la finalización de la tercera guerra carlista después de que los partidarios de Carlos de Borbón, pretendiente al Trono, sufrieran en navarra la última derrota inferida por el Ejército alfonsino. Siguiendo los dictados del Gobierno, Ayuntamiento y Diputación promovieron regocijos populares para festejar la paz. Las noches del 20, 21 y 22 de febrero las plazas de La Constitución y Catedral lucieron iluminación extraordinaria y se montaron tablados para los bailes públicos (bailes que se ampliaron a los salones de San Pedro el Viejo); representación de zarzuelas en el teatro Principal, reparto de pan y comida extra a los pobres y presos de la cárcel, tedeum de alabanza, fuegos artificiales y desfile cívico-religioso en medio de los ¡vivas! por el fin de un conflicto que tantos hombres mandó a luchar al Norte.

Exaltación de la Saeta

Puesto que estamos en Las Claras, es momento y lugar para expresar nuestro profundo digusto ante la penúltima barrabasada (por aquello de la Pasión) del área de Cultura municipal o de la concejalía de Fiestas Mayores. Al partido gobernante no se le cae de la boca frases grandilocuentes a favor de la cultura andaluza y de la defensa del Flamenco. Sin embargo, la reunión previa a los comicios autonómicos convocada en los aljibes árabes-cristianos por la diputada Rosario Soto, además de electoralista, estuvo carente de contenido real en pro del noble Arte declarado Patrimonio de la Humanidad. Si acaso, sirvió de interesado ariete y plataforma de apoyo a un oportunista cantaor. Y después de esas proclamas, ¿qué? Pues que sus compañeros de filas -ante la incredulidad y cabreo de numerosos almerienses- han eliminado incompresiblemente la Exaltación de la Saeta incluida en el ciclo sacro de Semana Santa.

A imagen de la que se celebra en la catedral de Sevilla, la pusimos en marcha en 1996 gracias al interés mostrado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías presidida por Manuel Martínez. De la inicial en el teatro Apolo -con los saeteros José Sorroche, Niño de las Cuevas, Anabel Navarro y Cristóbal Muñoz "Joselito"- se pasó a la iglesia franciscana de San Agustín y posteriormente a la conventual del Real Monasterio de la Encarnación, Orden de Santa Clara. Primero a expensas de la citada Agrupación y desde hace unos años del Ayuntamiento. El éxito ha sido rotundo y continuado, con la íntima capilla de Las Clarisas a rebosar y decenas de personas en la calle sin poder acceder. La fórmula combinada de pregón, verso, cante y música de la Banda Municipal había calado profundamente entre los almerienses por su calidad y el viernes de Dolores una cita especialmente esperada. Ahora, de un plumazo la han eliminado sin que aficionados a título particular expresen públicamente su malestar ni la entidad cofradiera o Federación de Peñas Flamencas muestren su desacuerdo. Somos conscientes de que en épocas de tribulaciones económicas hay que reducir y priorizar gastos. Naturalmente. Pero señores concejales, éste es el chocolate del loro. Incluso podía haberse negociado con los artistas y seguro que le habría salido prácticamente gratis a las arcas municipales. En fin, ¡cosas de Almería! y del inconsecuente equipo de gobierno popular.

Antonio Sevillano

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