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Gente de aquí y allá: Isabel Guerrero, diseñadora de Artes Gráficas, extraordinaria pintora y mejor persona

Isabel Guerrero.

Isabel Guerrero. / M.G. (Huelva)

Somos amigos desde nuestra juventud. Ella y su hermana Piedad venían muy a menudo a Huelva desde Madrid. Y nada más llegar a esta tierra, que también era de ellas, me llamaba por teléfono para vernos y salir a pasear por la calle Concepción y por los soportales de la Gran Vía. Tendríamos entonces 17 años y mi buen amigo Curro Morató y yo las acompañábamos y les enseñábamos cosas de Huelva que ellas no conocían, porque aunque estaban muy ligadas a nuestra ciudad, no dejaban de ser madrileñas. Y así estuvimos durante unos cuantos años.

Después yo me fui a estudiar mi carrera a Madrid, pero durante esos años no nos vimos nunca. Al finalizar mis estudios empecé a trabajar por diversos lugares de España y, en una ocasión, camino de Barcelona, hice noche en Madrid, en un hotelito de la calle San Marcos; y al salir a pasear, antes de cenar, me encontré en la puerta de una tienda de moda a su hermana Piedad, que trabajaba allí, y charlamos un rato y nos pusimos al día, recuperando así nuestra amistad casi perdida.

Pasaron unos años y, ya en Punta Umbría, trabajando yo en el Ayuntamiento, recibí una llamada de Piedad porque ella había visto en un escaparate un libro que yo había escrito y entró a comprarlo y a preguntar por el autor. Allí le dieron información sobre mí y me llamó y quedamos para vernos, tomar una cerveza y charlar otro rato para, de nuevo, volver a ponernos al día. Pero a Isabel seguía sin verla y hoy, que ya han pasado más de 50 años, seguimos sin vernos. No obstante, estamos en contacto y sé lo gran artista que es.

Su padre era militar y a mitad del siglo pasado estaba destinado en Tetuán. Y allí nació ella, hasta que en el año 1958, el Ejército de Liberación Marroquí emprendió una guerra contra España para defender las plazas coloniales en el Norte de África. En aquel conflicto murieron unos 300 españoles y su padre, con dos niñas pequeñas, no quiso seguir allí y pidió cambio de destino a la península. Sus padres eran de Huelva y de ahí la vinculación de ellas con nuestra tierra.

Por fin en Madrid, las dos hermanas estudiaron e hicieron el bachiller y venían a Huelva de vacaciones, momentos de los cuales, me cuenta Isabel, que tiene grandes y bonitos recuerdos de sus tíos y abuelos de la calle Nueva, hoy Pablo Rada. Y de entonces viene nuestra amistad. Se acuerda con mucho cariño de “Puntumbría”, que es como la llamaban, igual que los marineros de aquí, aunque estos la llamaban “la Puntumbría”. También se acuerda de haberse dado muchos baños en el Balneario y en la Punta del Sebo. ¡Qué recuerdos tan bonitos de nuestra Huelva querida y “pueblerina”!

Su padre estaba empeñado en que Isabel fuese maestra porque decía que la hija de un militar tenía que dedicarse a esa profesión. Por eso se matriculó en Magisterio, pese a que a ella no le gustaba. Al terminar la carrera no se presentó a las oposiciones, sin embargo la admitieron para trabajar en una empresa que necesitaban a alguien que supiese dibujar. Y como a ella se le daba muy bien, la contrataron. Y menuda bronca se lio en su casa cuando su padre se enteró de que había cambiado su futuro. Pero ella no se arrepiente para nada, porque ,según dice, ha sido la profesión más bonita del mundo y la que más satisfacciones y alegrías le ha dado.

A todo esto, conoce a un gallego que le hace “tilín” y se casa con él y tienen dos hijos: José Luis, como su padre; y Amaia. Él es informático y ella es licenciada en Derecho. Isabel tuvo que reciclarse, igual que nos pasó a todos los de nuestra generación, y aprender informática y a dibujar con “un ratón”, cosa que lo logramos, porque no tuvimos más remedio. Ella ha sido ilustradora de libros con sus dibujos y ha hecho muchos anuncios. Pero hay una cosa que de verdad la llena de orgullo y alegría, que es pertenecer como voluntaria a la Fundación MD Anderson Cancer Center de Madrid. Dice que es de las cosas más importantes que ha hecho en su vida. Y también su hermana Piedad hace voluntariado, porque sin duda son unas grandes personas, buenas y solidarias.

Me gustaría poder enseñar a mis amables lectores algunas de las obras de arte que hace Isabel y que me envía por correo electrónico, porque la verdad es que son una verdadera maravilla. Espero poder convencerla para que algún día monte una exposición aquí en nuestra tierra y que todos nuestros paisanos puedan admirarla. Ánimo Isabel, tú y tu arte, bien lo merecéis.

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