Seguridad ciudadana

Sale de prisión y en 26 días comete dos robos, agrede a guardias civiles y vuelve a la cárcel

Imagen de otra detención practicada por agentes de la Guardia Civil de Almería

Imagen de otra detención practicada por agentes de la Guardia Civil de Almería

Es una historia de reincidencia más en Almería, de delincuentes habituales que no tienen más horizonte que el delito continuado. Uno de los casos más recientes lo han sufrido los agentes de la Guardia Civil de Roquetas que resultaron lesionados tras una violenta agresión. Un joven de 25 años y nacionalidad marroquí, que responde a las iniciales de O.H., fue detenido el pasado jueves 23 de noviembre a las tres y media de la madrugada por un delito de robo con fuerza en el interior de una vivienda con moradores en la avenida Pablo Picasso de Roquetas. A través del escalo se introdujo en el inmueble y fue sorprendido in fraganti por la propietaria cuando trataba de coger varios enseres y objetos personales. Había sustraído carteras y teléfonos de los seis residentes de la vivienda, entre ellos dos menores de edad, quienes lograron retenerlo recibiendo todo tipo de amenazas de muerte hasta que llegó una patrulla de Guardia Civil que lo arrestó y trasladó a dependencias policiales.

Esa misma noche, media hora más tarde, los agentes del servicio de custodia de los detenidos escucharon golpes que provenían del interior de su calabozo y comprobaron que se encontraba en un estado de ansiedad y nerviosismo. Procedieron a la apertura de la celda para asistirlo y calmarlo sin éxito porque sin mediar palabra recibieron una fuerte agresión, resultando un agente herido al recibir un fuerte golpe en el rostro con el puño cerrado. Le causó una contusión con edema en el tabique nasal a un agente y al otro policontusión, edema e hiperemia en región maxilar y oreja izquierda. Lejos de tranquilizarse, el detenido arrebató el equipo de transmisiones a otro agente y lo empleó para golpearle en la cabeza. Con ayuda de un tercer guardia civil lograron reducirlo tras un violento forcejeo y se procedió a su engrilletamiento para que los equipos médicos le administraran una dosis de calmante.

Durante la asistencia médica continuó con una actitud agresiva y rompió el uniforme a otro agente. No era la primera vez que se enfrentaban a su este joven delincuente que no tiene más respuesta que la violencia cuando es detenido, un tipo de perfil peligroso que llega cada vez con más frecuencia al cuartel roquetero. Había salido el 30 de octubre de prisión tras cumplir una condena y ya había sido arrestado el 17 de noviembre por una requisitoria judicial de robo, pero la justicia en esa ocasión lo dejó en libertad. Un par de días después de su último hecho frustrado, en un juicio rápido, el Juzgado de Instrucción número 4 de Roquetas lo ha condenado por delito de robo con fuerza en casa habitada, atentado y lesiones leves a prisión provisional comunicada y sin fianza hasta que la causa sea repartida al juzgado penal que corresponda por turno de reparto.

El juez considera determinante la existencia de uno o más hechos delictivos, sancionados con pena cuyo máximo sea igual o superior a dos años de prisión. En concreto, el delito de atentado conlleva penas de hasta tres años y el de robo en casa habitada en grado de tentativa con hasta dos. Además, el detenido no tiene domicilio ni arraigo ni vínculos familiares y se encuentra con una pena de prisión suspendida que será revocada por la comisión de nuevos delitos, lo que incrementa el riesgo de fuga y obliga a tomar medidas cautelares porque se enfrenta a penas de 3-6 años de cárcel. En sólo 26 días ha cerrado el círculo. Salió de prisión, protagonizó dos robos y agredió y lesionó a guardias civiles sin el más mínimo remordimiento y volvió a la cárcel. 

Casi 300 agresiones a agentes en Almería

El preocupante episodio de violencia que sufrió un guardia civil del puesto principal de Roquetas en su propia casa y en presencia de su familia, golpeado por un delincuente habitual al que había detenido en repetidas ocasiones este año, no fue ni mucho menos una excepción, es una dura realidad cada vez más presente en la vida de los que nos protegen. Las agresiones físicas y verbales a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y funcionarios públicos en la provincia de Almería han crecido un 45% en la última década y los delitos de atentado a la autoridad alcanzaron en 2022 su cifra más alta de la historia con un total de 293 hechos denunciados. El incremento exponencial pasaría desde los 202 casos conocidos en 2012 y 189 en 2013 a los cerca de 300 que se contabilizaron en el pasado ejercicio. Nada menos que 2.377 atentados a la autoridad con intimidación grave o violencia en el cómputo global de la última década, de los que 808 -el 35%- se concentran en los tres últimos años.

Una estadística que debe incorporar los episodios denunciados en el ejercicio en curso que suman un total de 216. Las cifras no dejan lugar a dudas. En el último año en Almería ha sido casi 25 atentados contra la autoridad al mes, 35 al día en el territorio nacional. De hecho, España alcanzó en 2022 la cifra más alta de agresiones a policías y guardias civiles de los últimos quince años con más de mil cada mes: 12.840. 9.239 ataques contra policías nacionales y 3.604 contra guardias civiles. 

La AUGC pide más penas para los agresores

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha reclamado el endurecimiento de las penas a los agresores de agentes de la autoridad y el aumento de material necesario de defensa y protección ajustado a la situación actual. Este colectivo reclama mayor protección jurídica y asegura que agredir a un agente "sale gratis, ya que solo se les sanciona con penas irrisorias donde el agresor paga 200 euros". "Es una situación insostenible y grave", enfatiza la AUGC antes de recordar que aún no han sido reconocidos como profesión de riesgo por el Gobierno. El portavoz de AUGC de Almería, Víctor Vega, reclama la necesidad de un protocolo claro de intervención y reclama que los agentes deberían contar con medios de defensa como el táser, cámaras corporales y fundas antihurto para hacer frente a los episodios violentos y actitudes agresivas que cada vez afrontan con mayor frecuencia tanto en el desempeño de sus funciones en la calle como en las propias dependencias policiales. 

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