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El centro neurálgico de compras de la ciudad escribe una nueva historia

  • El edificio de estilo ecléctico y planta rectangular de 1893 apenas ha sufrido modificaciones con el paso del tiempo hasta que cerró sus puertas tras 116 años

Han pasado dos años y 29 días. Dos largos años en las que las puertas del Mercado Central han estado cerradas al público. Todo con un propósito final, la remodelación de la plaza que albergaba un edificio con carencias que después de las obras realizadas se convertirá sin lugar a duda en un espacio que será toda una referencia comercial para Almería y su provincia, como se deseó cuando se construyó este edificio que guarda entre sus paredes una larga e interesante historia, que ahora comienza a escribir un nuevo capítulo.

Desde principios del siglo XIX las autoridades municipales venían planteándose la construcción de un nuevo mercado para centralizar la necesidad de abastecimiento de los habitantes de la capital y poblaciones cercanas. Se van presentando varios proyectos, sin que ninguno sea aceptado definitivamente.

En principio se buscan soluciones para ubicarlo en el Casco Antiguo, pero finalmente el proyecto aceptado será en el centro del nuevo ensanche burgués de levante, donde se van a realizar las reformas urbanísticas y donde se reserva un espacio o solar destinado a la construcción de un mercado y pescadería pública, formado por una gran sala destinada a venta y un sótano destinado a alhóndiga, al cual se trasladaría el mercado ambulante situado en la Plaza de la Constitución o Plaza Vieja.

En 1892, el alcalde Francisco Jover y Tovar adjudicó las obras del proyecto presentado por el constructor Antonio Martínez Pérez y el arquitecto municipal Trinidad Cuartara Cassinello, ubicado donde se preveía en 1860, los Jardines de Orozco, entre las calles Obispo Orberá y Paseo, con fachada a la primera y abierto a la segunda por la calle actual de Aguilar de Campo, donde se situaría la fachada principal. Las líneas de sus fachadas se concibieron para armonizar con las fachadas de las viviendas que rodeaban el edificio.

Lo novedoso de la construcción del Mercado Central será la utilización del hierro tanto en la construcción como en la decoración del edificio, lo que va a modificar el lenguaje arquitectónico utilizado hasta la fecha. En él se conjugan la utilización del hierro, toda la estructura es de hierro, con elementos más tradicionales como ladrillo sillería clara y mampostería

El edificio de estilo ecléctico y planta rectangular tendría una superficie de 4.567,50m2, en su interior una gran sala distribuida en cinco naves formadas por una estructura de columnas de fundición donde se distribuirían 300 ó 350 puestos y un sótano, donde se instalarían los almacenes y la alhóndiga.

También se diseñarían las calles de circunvalación del Mercado y una escalinata a la calle Reyes Católicos.

El concesionario de las obras sería el constructor Antonio Martínez Pérez, con la condición de que mientras el municipio no abonase la cantidad del costo de las obras quedaría Martínez Pérez como dueño del edificio para explotarlo como mercado público. En 1893 se concluían las obras y en 1894 el Banco de España compraba al constructor Antonio Martínez Pérez sus derechos sobre el Mercado en 493.342,72 pesetas.

Finalmente, la recepción se hizo en 1897 y el Ayuntamiento recibía el mercado de manos del Banco de España, en 1898, por un precio de 510.267,48 pesetas, aunque la transacción definitiva no se efectuó hasta 1901, cuando el Banco de España vendía al Ayuntamiento todos los derechos sobre el mercado por la cantidad de 650.000 pesetas, a pagar en 35 plazos anuales a un interés del 5%. Aunque el Ayuntamiento no presentaría la declaración de alta del Mercado Central hasta el 31 de Julio de 1902.

Pese a la aparición de otros mercados en otros enclaves de la capital, el Mercado Central, situado en pleno centro neurálgico, eje de toda actividad económica y social, no perdió su carácter hegemónico, sobre todo fue un punto de referencia hortofrutícola de una ciudad que empezaba a destacar como productora de dichos productos.

Este mercado apenas sufrió modificaciones con el paso del tiempo, aunque se han producido varias reformas, como en 1970, cuando el Ayuntamiento aprobó la construcción de un edificio para la alhóndiga, que hasta ese momento ocupaba la planta sótano del edificio, quedando el sótano sin utilizar.

En los años 1977 y 1979 el arquitecto municipal Antonio Ortiz Gazto presenta sucesivos proyectos de reforma para habilitar el sótano con aseos, oficinas, puestos, cuadro eléctrico y cámaras frigoríficas. En 1981 se construyen las escaleras internas, situadas en el centro de la planta baja, que comunica con el sótano, y en 1982 tuvieron lugar también importantes reformas que no afectaron prácticamente a su diseño original.

El 17 de mayo de 2009, cerró sus puertas al público el Mercado Central de Abastos para proceder a su remodelación y modernización, que ha llegado a su final y con la que comienza a escribirse una nueva historia tras su reapertura el pasado 14 de junio. Ese día el bullicio y trasiego regresó a los pasillos de este enclave, que a bien seguro se convertirá en el corazón -al menos desean sus inquilinos- del comercio de la zona centro de la capital.

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