Torre de los espejos

Juan José Ceba

Ramas republicanas

CUANDO Celia Viñas llega como profesora a nuestra ciudad, en 1943, está en el punto de mira -por republicana y de izquierdas- de las huestes fascistas de Palma de Mallorca y Almería. Su padre, Gabriel Viñas, excelente profesor en la Escuela Normal de su isla y ferviente republicano, había sido represaliado y expulsado de su cátedra -como les ocurrió a centenares de profesores del país. A Celia (presidenta de la Asociación de Estudiantes de Izquierdas en sus años de bachillerato, ligada a los fuertes movimientos republicanos de la Universidad de Barcelona, y estrechamente vinculada con la inteligencia progresista mallorquina) no la dejaron enseñar en su ciudad.

Su adorado profesor y poeta, Carles Riba, salió al exilio con su esposa, la escritora Clementina Arderíu, y compartieron con Machado sus últimos instantes en tierras españolas. Al correr los años, ambos poetas catalanes serían los suegros de Gabriela Viñas, hermana de Celia. Su otra hermana, Encarna, excelente profesora, fue esposa del gran poeta de la isla, Josep María Llompart; juntos formaban una pareja de izquierdas muy comprometida. Colaboraron en la redacción de la revista Papeles de son Armadans, que dirigía Cela. Allí coincidieron e hicieron gran amistad con Caballero Bonald, quien los recuerda con enorme cariño, en su libro de memorias "La costumbre de vivir". Dice de ellos que "pertenecían sin duda al más claro linaje cultural de Mallorca". Y describe a Encarna Viñas "como una persona admirable y una educadora formada en la más solvente tradición pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza". Ahí tenemos que centrar también el espíritu de Celia, si queremos entender, en su hondura, su fascinante trabajo de cultivo en Almería.

Cuenta el poeta andaluz que, Gabriel Viñas, el padre, "un republicano incorruptible, fue depurado en la inmediata posguerra, expulsado de la Escuela Normal y perseguido hasta el hambre. Gustaba de pasear con un ataúd al hombro -sobrevivía entonces como empleado de una funeraria- a ver si algún avispado entendía la metafórica situación".

Celia sabe que, la Almería más reaccionaria y ultracatólica, controla cuanto hace y dice. Su trabajo responde a la forma y a la sustancia de la República, de Misiones Pedagógicas, La Barraca y el krausismo; al aire de modernidad cortado por los golpistas. Es como un homenaje íntimo a su padre, a sus poetas y maestros, destituidos o exiliados. Por ello impresiona sobremanera su fabulosa inteligencia, para burlar y hasta recibir las bendiciones del régimen. Es un juego arriesgado del que sale airosa, gracias a su pasmosa lucidez.

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