La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El alcalde de Sevilla, en corto y por derecho

Es la hora de hablar alto y claro, llamar a las cosas por su nombre y defender la Fiesta como mero acto de libertad Urtasun, el enredador Arrepiéntete y cree en el sanchismo, Pepote

El alcalde de Sevilla, entre Curro Romero y el consejero Antonio Sanz.

El alcalde de Sevilla, entre Curro Romero y el consejero Antonio Sanz. / M. G. (Sevilla)

Qué gusto da oír el discurso de un político cuando no se alarga, no se recrea en vaguedades y va directo al grano sobre la materia que toca. Nos referimos al alcalde de Sevilla en la entrega de los premios taurinos Puerta del Príncipe que cada año convoca El Corte Inglés, que es la empresa que cualquier día debería concederse el premio a sí misma, porque tiene su mérito seguir convocando los galardones pese al ambiente hostil contra la Fiesta. ¡Bravo por El Corte Inglés! José Luis Sanz entró en el asunto en corto y por derecho. Definió el espectáculo de los toros como una “manifestación cultural” y un “acto de libertad”. Hablar de toros hoy es eso: un acto de libertad. No hace falta más, siempre lo hemos mantenido. Citó a Alberti, Dalí y Picasso. Muy bien traídos, alcalde, pero casi que no hacía falta. Se llama libertad. “La Fiesta se crece con los ataques”. Eso es lo que todos esperamos, que la mamarrachada sectaria del tal Urtasun haya despertado algunas conciencias y haya animado a muchos aficionados a salir del burladero de la ambigüedad. Es tiempo de dar testimonio, incluso se espera el de quienes no son habituales de los tendidos pero huelen la maniobra de quienes pretenden intervenir, limitar, restringir, orillar y anular cualquier manifestación que huela a lo que ellos detestan. Quizás la ministrada haya servido para que afloren los defensores de la fiesta, algo agazapados por dos causas: hemos sufrido demasiados años de tardes plúmbeas en las ferias (solo hay que recordar el período de la crisis del toro bravo) y las campañas antitaurinas han provocado la retirada de muchos patrocinadores.

Urtasun no es nadie y la fiesta los cuenta por siglos, pero nada se debe dar por hecho. La fiesta necesita toros que embistan. Mientras haya bravura y nobleza no importan las estulticias de ministros con caducidad. El alcalde acertó en el discurso del Alcázar. Era el momento y el sitio. Aplaudieron hasta los vencejos con ese piar que marca el declive de la luz solar en el Patio de la Montería, la banda sonora más bella de la ciudad. Este Oseluí que habla claro y directo es el que más gusta, como el día que se refirió al cartel de la Semana Santa de Salustiano: “Me gusta, es valiente y arriesgado”. Eso digo yo hoy del discurso del alcalde en defensa de la fiesta, porque además no es la primera vez que tiene un gesto sin medias tintas, pues ya recuperó el premio taurino del Ayuntamiento en toda su dimensión, pero ahora es más importante si cabe. Los vencejos le pidieron la vuelta al ruedo. Porque el toreo se valora cuando es de verdad. Y solo es de verdad cuando se clavan las manoletinas donde hay peligro. Y solo donde hay peligro se puede lograr el triunfo.

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