HOY en día es raro asombrarse al ver un partido de fútbol, baloncesto o balonmano femenino, a pesar de que no hace muchos años la gente miraba con rostro de incertidumbre a cualquier mujer que se atreviese a darle patadas a un balón. Gracias al contínuo desarrollo de una sociedad que por fin tiende a la igualdad, que ya era hora, la mujer se abre día tras día un hueco en medio de un entorno que el hombre hizo suyo sin pedirle permiso a nadie.

El mundo del deporte ha sido un vehículo de alta velocidad en este progreso y con el que la mujer ha subido numerosos escalones en su interminable escalada por ser reconocida y tratada de la forma que se merece, como los hombres.

A pesar de su incuestionable progreso aún existen personas que las tratan con un tono de inferioridad e incluso de desprecio. En varias ocasiones he presenciado partidos de fútbol base en los que una chica era árbitro o juez de línea del ecuentro y las burradas que a veces escuchaba hacia ella son motivo de censura en este artículo.

Y es que aún existen energúmenos a los que no les importa poner zancadillas a la mujer si las ven en una posición en la que, para ellos, debería estar un hombre. Queramos o no, no todo el mundo tiene la capacidad de entender la igualdad, no todo el mundo puede ser buena persona.

Ahora resulta que el equipo femenino de fútbol del Polideportivo Aguadulce, tras realizar una temporada excelente en la máxima categoría almeriense, puede dar el salto a nivel andaluz y se está jugando todo en una fase de ascenso en la que debe jugar con equipos de diferentes lugares de nuestra comunidad autónoma. Y fíjense que sorpresa la mia cuando me informaron de que las chicas del equipo tuvieron que viajar a Jaén en coches particulares porque las administraciones competentes, en este caso incompetentes, de proporcionarles un autobús se han lavado las manos... ¿Pasaría esto si fuese el equipo masculino?