Pase en profundidad

Fran García / Deportes@elalmeria.es

La salvación es cuestión de fe

El Poli tiene que hacer en dos meses lo que no ha hecho durante todo el año para tener opciones de salvarse

Amedida que van pasando las semanas de competición en la Segunda División se va haciendo cada vez más claro el hecho de que al Poli Ejido sólo le puede salvar un milagro más grande aún que el que ya le salvó, 'in extremis', en su estreno en la categoría. Y esto sucede porque los celestes siguen desaprovechando, semana tras semana, sus oportunidades de acercarse a una zona de salvación en la que los rivales directos tampoco paran de encadenar tropiezos. De hecho, si no fuera por la irregularidad que están mostrando también el resto de equipos que están en la pelea por la salvación, estaríamos hablando a día de hoy, probablemente, de un Poli Ejido ya totalmente descolgado de la lucha por la permanencia. Sin embargo, las cosas se están dando de tal manera que los celestes podrían acabar las próximas jornada con opciones de salir del descenso. Pero para eso hay que vencer primero al Eibar este próximo domingo. Y, además, habría que enlazar ese triunfo con otra victoria lejos de casa, algo que no ha hecho el Poli en toda la temporada. Y por si alguno no es consciente de lo que llevamos de temporada hasta el momento, le recuerdo que son 35 partidos los que se han disputado ya en Segunda. Y resulta que en 35 partidos, el Poli no ha sido capaz de ganar dos seguidos, cosa que ahora tendría que hacer, obligatoriamente, en los siete encuentros que quedan para poder salvarse. Asimismo, si los celestes quieren lograr la permanencia tendrían que vencer seis o siete de los siete choques que quedan por jugarse y resulta que en los 35 partidos que ya han jugado, sólo han logrado ocho victorias. Por todo ello, creo que está bastante claro por que considero que la salvación de los celestes es cuestión de fe. Mientras se siga creyendo en las opciones de lograrla, será posible conseguirla, así es como lleva trascurriendo toda la temporada, pero la cuestión es que a medida que quedan menos partidos, las matemáticas van ganándole la partida a la fe.

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