La expectación era máxima, pero el mal tiempo venció y la Cofradía del Santísimo Cristo de las Penas se ha visto obligada a suspender su estación de penitencia por las calles de Montoro. Se han vivido momentos de mucha emoción dentro de la parroquia de San Bartolomé, por donde el paso ha procesionado.

El Cristo de las Penas es un crucificado anónimo de estilo manierista del siglo XVII que se venera en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen; su procesión es conocida popularmente como del Silencio, pues  su acompañamiento musical no es otro que el ronco sonido de un bombo con una lenta candencia de golpes y los cantos de la capilla de música de la propia cofradía.

Su recorrido, además, es muy diferente al de las demás cofradías y hermandades montoreñas ya que, gracias al reducido tamaño de las parihuelas, discurre por las calles más antiguas y angostas del viejo casco urbano, donde se saborea la auténtica idiosincrasia del municipio.

Sus fundadores establecieron la sede en la iglesia de Santa María del Castillo, antigua ermita cristianizada por Fernando III el 24 de agosto de 1238 y ahora museo arqueológico municipal Santiago Cano y Consuelo Turrión. Inicia su estación de penitencia desde la imponente parroquia de San Bartolomé, del siglo XV y de estilo gótico mudéjar con portada atribuida a Hernán Ruiz I.