Tribuna Económica

joaquín aurioles

Compitiendo por el capital

Se estima que en 2016 salieron de China más de 800.000 millones de dólares y que sus reservas en divisas, cercanas a los cuatro billones de dólares en 2014, llegaron a situarse por debajo de los 3 billones a comienzos de 2017. La fuga de capitales en el país con más reservas del mundo se interpretaba como señal de desconfianza en su economía y como posible amenaza para la estabilidad financiera internacional. Diez meses posteriores de aumentos consecutivos han permitido restaurar el nivel de las reservas en 3.119 billones en el mes de noviembre y la confianza en la economía, aunque sobre los mercados de capital siguen planeando otros elementos de incertidumbre.

Donald Trump calificó a China y Rusia de competidores hostiles por la hegemonía mundial durante la presentación de su Estrategia de Seguridad Nacional y propuso un plan económico internacional para la defensa de los intereses norteamericanos. China, en particular, es observada como un poderoso competidor en potencia, con diferentes iniciativas relevantes en los últimos tiempos, como la de promocionar el yuan como moneda reserva internacional. Tras su inclusión en 2015 en la cesta oficial de monedas-reserva del Fondo Monetario Internacional, ahora se plantea el petro-yuan, es decir, la posibilidad de pagar en yuanes la factura del petróleo. Podría quedar limitado inicialmente al pago del crudo que se vende a China, pero se considera que una vez abierta la fisura, el goteo podría terminar agrietando el sistema y alterando el orden monetario internacional. La hegemonía norteamericana se basa, en buena medida, en el papel del dólar como moneda-reserva internacional que, a su vez, se explica por su aceptación como medio de pago exclusivo en mercados estratégicos, como el del petróleo. En la administración Trump deben considerar que la irrupción del yuan podría amenazar la privilegiada posición actual del dólar y aumentar el atractivo de la moneda china como reserva.

Frente a la oposición inicial de Trump a las políticas monetarias no convencionales, ahora se percibe cierta complacencia con un dólar débil, que facilitaría la promoción del yuan como reserva internacional, pero también por competir en la captación de capitales. La reforma fiscal aprobada en el Senado corresponde, en parte, a esta competición y, puesto que el marco fiscal es un atractivo poderoso para los capitales, cabe esperar reacciones en el resto del mundo, aunque no necesariamente en forma de rebajas impositivas. En China existe un amplio margen de reformas de contenido político, como la eliminación de controles a la entrada y salida de capitales, mientras que en Europa se intuyen oportunidades en políticas fiscales y financieras. El Banco Central Europeo demanda, desde hace tiempo, un mayor compromiso fiscal con el crecimiento y la creación de empleo, en una línea similar a la de Shinzo Abe en Japón, mientras que se impulsa la creación de un Fondo Monetario Europeo que refuerce las defensas frente a las crisis y culminan los trabajos de Basilea III, cuya implantación debe contribuir a mejorar la confianza en la solvencia del sistema financiero en su conjunto y del bancario en particular.

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