Corren malos tiempos y el mundo se está volviendo viejo y malvado. La política es cada vez más corrupta. Los niños ya no son respetuosos con sus padres". Esta frase podría repetirse a lo largo de siglos. Incluso ahora mismo. Pero es la grabación en una piedra de Caldea, 3.800 años antes de Cristo.

Nadie duda que vivimos tiempos de grandes incertidumbres. Los retos de la sociedad tecnológica abren incógnitas con repercusiones sociales y económicas que están cambiando a paso acelerado las expresiones políticas tradicionales. Se muestra de manera evidente una ansiedad colectiva que reclama soluciones a los cambios radicales que se visualizan en el mundo entero. Y según vemos, las respuestas vienen de la propia sociedad presente en internet que se erige piloto de la nave donde la humanidad encamina su futuro y cambia día tras día su presente. Entender el alcance de internet como fenómeno social y global resulta por ahora inabarcable. La política y la clase política se ven forzadas a un segundo plano emocional más que racional. Son varios los factores que han apresurado este nuevo escenario. La globalización de los mercados y la economía. Los nuevos ingenios de la informática y la inteligencia artificial capaces de competir con el cerebro humano, los avances científicos, astrofísica, biología e ingeniería genética que están abriendo un nuevo concepto de la medicina totalmente revolucionario e inédito. Todo lo que percibimos nos sitúa en un presente que se hace futuro cada semana. Se ha roto el concepto del tiempo futuro, porque el tiempo presente caduca apenas hemos logrado entenderlo.

Sin embargo, contra la opinión extendida y al margen de consideraciones políticas que son evidentes hay algo que nos señala esperanza en el progreso. En realidad así ocurrió siempre y este es el signo de la humanidad desde el homo sapiens. Y a pesar de la avalancha de noticias presentes en las televisiones y demás medios de comunicación que nos muestran en tiempo real las catástrofes naturales cada vez mas amenazantes, las crisis de la economía presentes en casi todos los países desarrollados, y la decadencia política en todos los niveles, el progreso de la humanidad ha experimentado en las últimas décadas ha sido asombroso y no se recuerda en la larga historia de nuestra especie. Hay datos oficiales, estadísticas y análisis de expertos de todo el mundo que confirman que la humanidad avanza en calidad y desarrollo. Así Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, acreditan que el mundo mejora y que lo hace en muchas ocasiones para aquellos millones de personas que se encuentran en peores circunstancias. En casi todos los países del mundo la gente vive más , con mejor calidad de vida y mayor prosperidad, mas seguridad a nivel público y mejor salud. Cierto que hay aspectos inquietantes que deben ser atendidos con urgencia, la justicia social y el reparto de los bienes de la Tierra, la explotación y abuso, los desequilibrios. Por ello y otras razones en todas las partes del mundo no se puede compartir el mismo optimismo pero el balance global es de esperanza como especie y como sociedad. Ahora se cuenta con multitud de herramientas muy útiles capaces de brindar ayudas con tecnologías muy simples a las sociedades menos desarrolladas, en el acceso al agua potable, en la agricultura y ganadería. La nutrición y la educación experimentan niveles cada vez más extendidos en países sumidos en la pobreza material la escasez de medios y de nula tradición industrial y tecnológica.

La Fundación Gapminder ha realizado diversos estudios y múltiples encuestas para medir hasta que punto ignoramos el avance socioeconómico y tecnológico ocurrido en los últimos tiempos y la respuesta ha sido asombrosa, más de la mitad de los encuestados dicen no conocer esta nueva realidad. Esta distorsión de la realidad se achaca a varios factores. El mas señalado es el papel de los medios de comunicación con su enfoque de lo dramático y sorprendente. Y esta visión del mundo hace que primen las noticias más escandalosas y negativas a veces mediante una crítica sin demasiado fundamento. Así las guerras, los asesinatos, los desastres naturales y la bajeza humana en sus peores versiones llegan diariamente frescas a nuestras casas. Hay muchos profesionales del periodismo que aceptan esta problemática. Si bien esta manera de ver las cosas en negro elevando el escándalo a la categoría de lo cotidiano tiene cierta perspectiva desde el medio de comunicación tradicional desplazado ahora por la inmediatez de las redes sociales con las noticias más alarmantes e imágenes impactantes. Queda sin embargo la capacidad del análisis reposado de estos mismos medios que parecen abocados a una labor de reflexión sosegada y profesional de los problemas que sin duda afectan a la humanidad contrastando la acelerada visión de la realidad factual con la información solvente y equilibrada. Y otro factor es la irresponsabilidad y oportunismo de partidos políticos, agitadores y activistas que explotan el miedo colectivo y avanzan en la consecución de sus objetivos entre la duda y la catástrofe ofreciendo como cabe imaginar soluciones salvadoras de una sociedad humana en las tinieblas.

Volviendo a los clásicos, la historia ha probado que aunque la riqueza humana pueda ser destruida por revoluciones, guerras y catástrofes, el conocimiento rara vez desaparece. Más aún, sigue creciendo hasta llegar a todo esto que hoy nos brinda la civilización y el desarrollo industrial. Por tanto es altamente improbable que algún tipo de retroceso arruine el progreso humano por completo. El continuo empuje de científicos, innovadores, trabajadores y empresarios, gentes valientes que son avanzadilla del progreso y antorcha de miles de millones de seres humanos que de manera cierta disponen o pueden disponer de un consolidado patrimonio mundial que jamás ha estado tan cercano a mejorar el futuro.

Me he olvidado de la igualdad? En absoluto, ese es otro importante tema, que dejo en boca de tantos nuevos profetas que sin duda conocen la solución inmediata a los problemas que acongojan a la especie humana en todas sus dimensiones y potencias.

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