El omega 3 lo encontramos en pescados, en frutos secos, en mariscos o en aceites como el de soja o linaza. Y es el gran aliado de nuestro cerebro.
Se trata de una grasa poliinsaturada esencial que el cuerpo no puede producir. Por ello, debemos introducirla a través de la alimentación. Son numerosas las razones por las que comer sardinas en verano o nueces en invierno es tan ventajoso. Disminuye los niveles de colesterol y previene enfermedades cardiovasculares.
Pero si hay algo que destacar de este alimento prodigioso, es su capacidad de mejorar nuestra función cognitiva. Investigaciones publicadas en el National Center for Complementary and Integrative Health (NIH) aseguran que los ácidos grasos poliinsaturados como el omega 3 o DHA influyen en el flujo cerebral y en la producción de nuevas neuronas.
Las personas que lo consumen con frecuencia pueden tener un volumen cerebral mayor en la vejez. Esto equivale a preservar dos o tres años su salud cerebral además de, agrandar el hipocampo, que desempeña un papel fundamental en la memoria y en la concentración.
Por ello ayuda a prevenir enfermedades degenerativas como el alzhéimer y el párkinson. También se han observado los efectos positivos que tiene sobre patologías mentales como la agresividad, la depresión o la esquizofrenia, debido a la influencia que ejerce sobre la mejora de la conducta y el ánimo.
Para los niños y las embarazadas es especialmente importante, ya que ayuda en el proceso de aprendizaje y reduce los casos de parto prematuro.
Podemos consumirlo tanto en suplementos como a través de una dieta más completa. Opta por las ensaladas acompañadas de semillas y frutos, y por hacer del salmón el protagonista de tu almuerzo (Entra aquí para ver recetas sencillas con salmón). No hay nada mejor que preocuparse por el motor de nuestro cuerpo y mantenerlo en forma.
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