Análisis

Pablo Martínez -Salanova Peralta

Ventolín

Froome tiene que probar ahora que no se dopó, que se trataba de su enfermedad

Entre las peores noches de mi vida que recuerdo está aquella en la que tuve 41 de fiebre y veía dragones, la que pasé completamente en vela en uno de esos comodísimos butacones de Torrecárdenas mientras a nuestro lado roncaba lo que nosotros creíamos que era el Yeti, pero que en realidad era una señora, y aquella otra en la que creí que no iba a ver un nuevo amanecer porque no podía respirar. Por suerte para mí, mi prima apareció salvadora, cual Gandalf en el abismo de Helm, armada con todos sus utensilios para combatir el asma y pude contarlo.

No era mi primer encuentro con el Ventolín. Recién nacido tuve que emigrar a climas mejores como el de Almería para hacer frente a la bronquitis espástica, alergia, asma o lo que quiera que fuera lo que yo tenía.

No ha sido hasta hace unos años que el Ventolín ha vuelto a mi vida. Porque de pronto te enteras de que también existe la bronquiolitis, particularmente grave en bebés, y sin comerlo ni beberlo estás de hospitales de nuevo, solo que esta vez eres tú el angustiado padre. Y como todo progenitor que se haya visto en esta horrible situación, sé que el Ventolín es mano de santo para dilatar los bronquios, pero también sé que pone a los niños como motos, haciendo que al final el niño (y el padre) tampoco duerma, pero no por ataques de tos, sino porque está de subidón.

Ya si el Ventolín te da como para ganar la Vuelta a España es algo que desconozco. El caso es que Froome, asmático él, ha dado positivo en salbutamol (Ventolín de toda la vida) en la pasada edición que ganó. Esta sustancia está prohibida desde 1993 salvo para uso terapéutico y en las dosis permitidas, así que ahora Froome tendrá que probar que se estaba tratando de su enfermedad.

Lo tiene complicado, porque ya entramos en el terreno farragoso de que si la deshidratación, que si al mezclarlo con otro medicamento, que si la alimentación o que si el filete de Contador. Un lujo que el ciclismo, tal como está, no se puede permitir, la verdad.

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