el oso y el madroño

María Zaragoza Tejada

Almería-Madrid

NO soy yo de quejarme por chorradas como la que voy a contar pero es que estuve varios días con el cuello fastidiado tras el viaje Almería-Madrid en tren, que más que un viaje en tren parece la travesía por el desierto de los hebreos liderados por Moisés. Seis horas y media de trayecto desesperan a cualquiera. No es que el tren sea incómodo, los asientos son pasables en comparación con otros en los que he ido sentada; el tema es que a partir de la cuarta hora nada es cómodo y uno ya no sabe si pegarse un tiro o dejarse los pocos ahorros a la cafetería del tren. El punto fuerte es entre Guadix y Linares-Baeza. Si uno sale del vagón y va a la pata coja va más rápido que el tren, seguro. A todo esto no ayudan nada de nada ni los horarios (las 7:05 de la mañana, a esas horas no están ni las aceras puestas) ni las películas (cada viaje son peores). Pero todo sea por estar unos días con mi Fran.

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