Plenitud naturalista

El pictorialismo duró en España más de un siglo, hasta que AFAL lo pulverizó con imágenes como ésta

En una fotografía en color de principios de los años sesenta, capturada por Pérez Siquier en el barrio de La Chanca, aparecen un grupo de madres con sus hijos subiendo una polvorienta cuesta; al fondo se divisa el mar. El acorde cromático de blancos, grises plateados y los rojos intensos de las vestimentas, no puede ser más bello. Esta imagen me lleva siempre a las pinturas de Sorolla -ejecutadas hace ahora algo más de un siglo- donde las humildes gentes invaden con sus quehaceres el paisaje de la costa valenciana. En algunas, mientras los pescadores vuelven de la faena y los bueyes arrastran sus barcas hasta la orilla, las esposas esperan con sus grandes cestos para recoger el pescado y los niños desnudos, ajenos a la sacrificada vida de sus progenitores, corretean y se bañan. El viento y el sol lo agitan todo. El mar, las personas y los animales parecen transidos de una misma energía febril; asistimos a una quintaesencia de lo mediterráneo. Análogamente, en la foto de Pérez Siquier las mujeres y sus hijos han sido captados al paso. Sus rostros rezuman felicidad y salud; al horizonte hace su presencia el mar. La instantánea atesora un extraño y fascinante equilibrio compositivo, como al descuido, de una naturalidad franca y auténtica. Aunque pintara del natural siempre, el propio Joaquín Sorolla se inspiró en los encuadres fotográficos por influencia de su suegro, el fotógrafo Antonio García. En aquella época, desde Degas, casi todos los grandes pintores naturalistas -que lideraron la escena artística europea- acertaron a ver las posibilidades estéticas y compositivas sugeridas por la instantánea fotográfica y las incorporaron a su obra. Si fuese un cuadro, la imagen de Pérez Siquier , y la mayoría de las que integran la depurada y sutil serie de La Chanca en color, podrían retrotraerse a un siglo y medio, cuando al tiempo que los pintores naturalistas emulaban la instantaneidad fotográfica, los fotógrafos, inmersos en un pictorialismo que imitaba el academicismo de la pintura decimonónica, no veían aún como un arte lo instantáneo del registro fotográfico. El pictorialismo duró en España más de un siglo, hasta que AFAL lo pulverizó con imágenes como ésta. Resulta esclarecedora, por tanto, la mutua contaminación entre pintura y fotografía desde que surgiera está última; una relación que permite enormes saltos en el tiempo y tritura en el arte todos los conceptos posibles de modernidad.

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