ERA yo un pequeño antimadridista, de estatura y edad, cuando llegó a mis manos el libro de Valdano, Sueños de Fútbol. No sé si Hugo Sánchez tendrá tantas anécdotas para contar. Yo le recuerdo una, como jugador del Rayo, emitida en el mítico El Día Después del Plus. "A saque de meta no es fuera de juego", le gritaba al del banderín. Las reglas han cambiado desde entonces, han pasado muchos años. Para mí, media vida literalmente. A ese Hugo, aún jugador, le pitaban un fuera de juego que no era. Ahora sí lo sería pero él ya no juega. Yo creo que tampoco entrena; más bien, sueña. Su sueño es uno de los muchos que tuvo y cumplió su amigo Valdano: llegar a entrenar en el Bernabéu. Pero no de cualquier forma. No se conforma con ir de visita, como hará hoy, con un club modesto como el Almería. El mexicano está loco por ponerse en la piel del local, de sentarse en ese banquillo. Por convertirse en lo que fue Valdano en su momento o lo que es Pellegrini actualmente: entrenador del Madrid. No sé si se ha fijado el manito, pero ambos ejemplos tienen mucho en común, no sólo el ser latinoamericanos, que en este caso es una anécdota banal: lo que ha sido clave para que el chileno sea ahora entrenador del Madrid es su éxito en Villareal, al que ha consolidado entre los grandes de nuestro fútbol. Lo mismo se podría decir de Valdano en Tenerife, con una gran labor que le sirvió de trampolín para entrar por la puerta grande en la casa blanca, sin rencor pese a las famosas ligas arrebatadas in extremis en Canarias. Por eso, Hugo, te lo tienes que currar un poco más; en menos de un año y sin hacer nada extraordinario en Almería, hoy sólo aspiras a ser visitante. Y gracias. Pero felices sueños.