NORMALMENTE una persona comienza a sentir verdaderamente los colores de un equipo cuando tiene diez años. Esa es la edad en la que un chaval empieza a desarrollar su conciencia futbolística. Este aprendizaje viene siempre marcado por el ambiente que, durante años anteriores, hemos 'mamado' en casa. Nos podemos hacer de un equipo por muchísimas razones distintas. Por ejemplo, porque nuestros padres nos regalen en Navidad nuestra primera equipación de fútbol de unos colores y con un escudo al que juramos amor eterno. Otra razón es que nos llame la atención algún jugador, o bien por su peinado o por la cantidad de veces que sale en la tele, incluso por ver cada día un póster con su imagen colgado en la habitación de nuestra hermana. También nos podemos hacer de un equipo por inercia. Esto ocurre cuando en cada esquina de tu ciudad se respira fútbol en estado puro gracias al equipo de nuestra tierra. Sin embargo, otros muchos simplemente se dejan llevar por la moda, se suben al carro de la afición de un club porque todos sus compañeros de primaria visten con camisetas blancas o azulgranas. Lo que parece estar claro es que un verdadero aficionado se hace con el paso de los años, o eso es lo que creía yo. El pasado miércoles, en la semifinal de Copa, descubrí que hay muchos que ya nacemos siendo de un equipo. Lo se porque yo no nací en Bilbao, ni respiré ese ambiente futbolero en el aire de Almería, nisiquiera vi en mi colegio a nadie con una camiseta del Athletic hasta que mi padre me la compró cuando era un crio, yo era el único. Ahora estoy más seguro que nunca que los que somos del Athletic nacimos ya con corazón de león, sólo tuvimos que esperar a que el tiempo nos presentase ese destino que ya estaba escrito para nosotros. Amé a este equipo porque supe que, aunque hayan pasado 23 años para mí de espera, llegaría este momento. Estamos en la final ¡Gora Athletic!