Tribuna

José María Martínez de haro

Escritor y Periodista

El alma al desnudo

El alma al desnudo El alma al desnudo

El alma al desnudo

Aquel Domingo de Pascua todo aparentaba normalidad con la tediosa monotonía del protocolo que acompaña estos actos institucionales con la Familia casi completa. Sin embargo al final, a la salida, unas imágenes arrasaron colándose en millones de hogares y dañando la propia Institución y el perfil de algunos de sus destacados protagonistas. Esas imágenes están siendo virales en la redes sociales, se repiten sin cesar y han acaparado la atención de casi todos los medios informativos de España y Europa. Los comentarios son casi todos del mismo tono agriamente críticos con ella y con él, incluso con la niña. Resulta muy extraño que una profesional de los medios no hubiera sabido contenerse ante las cámaras y ante los teléfonos móviles instrumentos de la sociedad de la información. En realidad aceleradores instantáneos del estado de opinión. Este inmenso error ha dejado muy dañada su imagen. A tal punto que quienes aún defendían que él pudiera saltarse un principio valorado altamente dentro de ese intangible valor de la Institución, ahora comienzan a reconocer que algo así podría esperarse de ella. Pues esto y algo más según un afamado periodista experto en estas cuestiones y conocedor de la Casa que se ha despachado con unas declaraciones algo estruendosas. Asimismo una inglesa de la alta sociedad relacionada con esta Familia por parentesco. Y no entraremos en comentarios y memes que se cruzan en redes sociales donde el tono sube hasta lo irrepetible en este espacio. Todos coinciden; muy mala educación según se suponía. Corrección y decoro, nulo. Insensibilidad ante el gesto de una abuela anulada con altivez despreciativa. Nula dignidad ante lo que representa. Un examen muy severo y negativo, pero esto es lo que hay. Los desnudos corporales están muy al uso y al alcance de cualquiera como expresión gráfica de total de libertad. Los desnudos integrales del alma son muy excepcionales, pero de vez en cuando se ponen también al alcance de cualquier observador. Y se ha podido ver el alma que subyace en esas imágenes. Y lo que se descubre es una cuestión nos afecta a todos . Las lisonjas cortesanas quedan para que las expresen algunos comentaristas muy devaluados en la opinión pública. No vale la pena intentarlo, se le ha visto el alma y está siendo condenada por sus actos cuyas imágenes en directo se han ofrecido a millones y millones de españoles atónitos. También las de él. Y las de la abuela y la nieta. Un escenario familiar donde la Familia no existe más que en el papel couché. Ese sí. Con lacitos y melenas al viento. Unas poses tan estudiadas como las de ella cada vez que le inyectan bótox, o hialurónico. O cuando, según rumores, se tensa la barbilla y el cutis con hilos de oro. La realidad es la que se ofrece y esto ha dado un giro que debiera preocupar a él y a ella. A ella singularmente porque ahora se cuestiona el alto coste de tanto quirófano solo por intentar una nueva estética. Los múltiples retoques de huesos y piel que han logrado desvirtuar la persona que fue. Y su inacabable y costosísima pasión la moda. Por aparentar la mejor vestida, la mejor peinada, la mejor calzada. Un cantante inolvidable diría, ¿en qué lugar se enamoró de ti?. ¿a qué dedica el tiempo libre? Se comentaba en voz baja cuando aquel matrimonio que los resultados serían catastróficos para la Institución. Y se entendió había que cambiar la imagen de esa Institución introduciendo un elemento plebeyo revestido de las dignidades y títulos y que esto podría resultar atractivo para el "pueblo". Un brochazo de popularidad en la fachada del palacete. Parece que no ha sido así. Ni siquiera desde el primer momento. El "pueblo" parece no perdonar que él se saltara las reglas, aunque esas reglas no existan. Son justo esas y otras que han sido soporte de la continuidad de la Familia desde hace siglos. La actitud mostrada tiene poca reparación. El alma no admite quirófanos. Y no será fácil borrarla del imaginario popular. De haber sido ella una alta directiva responsable de la imagen pública de una empresa, con seguridad estaría ahora cesada por cuanto la evidencia no admite componendas. Al no ser así, al no poder ser cesada, alguien ha señalado que queda otra posible via para evitar más daños, la via tan socialmente aceptada de disolver la relación y los lazos que la unen con todas las obligaciones y derechos bien expresados y respetados según contrato de capitulaciones que en su día firmaron ambos .Sería algo congruente con el carácter de sencillez y popularidad que se quiso dar cuando se anunció aquella relación; es lo que ocurre con millones de parejas españolas . Se trató entonces de ignorar que él no era en modo alguno uno de esos españoles del común. El era y sigue siendo objeto de muchos privilegios que para la actual mentalidad posicionada en la igualdad se consideran anacrónicos y que están siendo soportados económicamente por el público en general. El conjunto de dichos privilegios habría de conllevar algunas obligaciones y entre ellas no poder relacionar esa Institución representativa al mayor nivel con personas de otro rango, ni por via de matrimonio ni por cualquier otra. Pero desoyendo algunos consejos y observaciones de su propia Familia él prefirió continuar hasta el final. Nada pareció afectar su decisión. Si se dejara llevar por el ansia tan humana de pasar página como si nada hubiera ocurrido, cometería un segundo error de apreciación sobre sus posibles consecuencias. Un gesto que encajaría con la altura de miras de quien representa a todos y valora la Institución por encima de sus gustos personales sería tomar una decisión drástica y seguramente dolorosa . Quien se casa también puede divorciarse según la ley. No sería extraño y podría ser entendido como un sacrificio necesario. La inacción sería la aceptación tácita de los hechos y para los enfadados sería abrir más honda la fosa del repudio y la distancia sentimental que era y seguramente sigue siendo base de muchas afecciones. El protocolo sigue su agenda y ella pretende actuar como si nada hubiera sucedido. Se entiende, pero ha sucedido. Y un manual para conocer mejor la Historia y también para el aprendizaje sobre urbanidad y educación no vendrían mal para esas edades donde se marca el carácter. Si se trata del carácter de quien con probabilidad nos venga a representar a todos en un futuro, la exigencia habrá de ser muy elevada Sin concesión alguna al mal humor o la soberbia. Y aprender también que en España los abuelos son una Institución que continúa desde siglos con muestras de cariño y respeto. La suya como Institución lleva exactamente en España 318 años , muy poco en relación al inextinguible calor que emana de los brazos de una abuela. El manotazo, signo de apartamiento deja así huella en esta heredera que ha perdido de pronto su angelical figura.

Su madre sabrá por qué. Muchos españoles también

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