Tribuna

José Francisco Garrido

En defensa de nuestro campo

En el caso de Níjar, la agricultura es la cabeza tractora de la economía local, generando unos 800 millones de euros anuales

En defensa de nuestro campo

En defensa de nuestro campo

En los últimos días, estamos siendo testigos de cómo se repite el boicot a nuestra agricultura desde un país vecino mientras el Gobierno de España no hace absolutamente nada por remediarlo. La primera en la frente ha sido el inadmisible bloqueo, cuando no directamente el asalto, a los camiones que atraviesan Francia transportando hortalizas de nuestra provincia. La segunda, las desafortunadas declaraciones de la que fuera ministra y candidata a la presidencia francesa, la socialista Ségolène Royal, con las que ha demostrado a la vez una ignorancia y una capacidad de mentir difíciles de superar.

Digo ignorancia, porque afirmar que nuestros tomates bio son “incomestibles” revela un desconocimiento brutal. Es evidente que la exministra socialista no ha tenido la suerte de comerse un buen tomate de Níjar en su vida. Y digo capacidad de mentir, porque los propios organismos franceses (tales como la Agence BIO, el organismo público francés encargado del desarrollo y la promoción de los productos ecológicos) han desmentido a esta señora, y han confirmado que los tomates españoles con la etiqueta ‘bio’ son excelentes, sin productos químicos sintéticos, sin organismos genéticamente modificados, sin colorantes, sin aromas químicos sintéticos ni modificadores de gusto.

Como alcalde de Níjar, un municipio pionero en cultivos ecológicos que ha hecho bandera de la sostenibilidad y de la calidad de sus hortalizas, no puedo permanecer indiferente ante lo que está sucediendo. Esta misma semana he remitido un escrito al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en defensa de los agricultores del Campo de Níjar. En dicho escrito, protesto por la pasividad del Gobierno ante el desamparo que están sufriendo los transportistas y, por ende, los propios agricultores. Es inconcebible que, en territorio de la Unión Europea y en el año 2024, no esté plenamente garantizada la seguridad y la libre circulación de mercancías.

Todas las administraciones públicas, sean de color político que sean, debemos estar unidas en la defensa de nuestro campo. En el caso de Níjar, la agricultura es la cabeza tractora de la economía local, generando unos 800 millones de euros anuales y miles de empleos directos e indirectos. Además, el agro nijareño es un modelo imitado dentro y fuera de España, sobre todo por su firme apuesta por la sostenibilidad y los más altos estándares de calidad. Podemos estar muy orgullosos de nuestros agricultores, porque gracias a ellos, Níjar es un ejemplo para el resto del mundo en lo que se refiere a cultivos intensivos en general, y a ecológicos en particular. Gracias a su esfuerzo y a su talento para innovar y adaptarse a las nuevas tecnologías y a las técnicas más pioneras, el campo de Níjar produce y distribuye por medio planeta las mejores hortalizas frescas que existen, y las instituciones debemos garantizar que los agricultores pueden trabajar con nuestro respaldo incondicional para que siga siendo así.

Desde el Ayuntamiento de Níjar así lo entendemos, y siempre vamos a situarnos a su lado, apoyando sus demandas y mediando con otras administraciones públicas, sin partidismos y sin excusas. En el Campo de Níjar, donde existen unas 6.000 hectáreas de cultivos, la agricultura supone una extensión de plantaciones en las que la producción ecológica certificada adquiere más protagonismo con el inicio de cada nueva campaña. No en vano, más de la mitad de esas hectáreas son cultivos ecológicos. Esa decidida apuesta por la agricultura sostenible es un “plus” que hace de la agricultura nijareña un modelo diferenciado y un potente motor económico que no se merece el maltrato al que está siendo sometido.

Bastante tiene nuestro campo a la hora de lidiar con problemas de gran calibre, como la competencia desleal de países terceros, la escasez de recursos hídricos, la proliferación de virus que atacan los cultivos, o las crisis de precios que, prácticamente cada campaña, tienen que afrontar nuestros agricultores, para que encima nos hagamos el harakiri dentro de la Unión Europea.

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